el clavadista Alessandro Di Rose se acerca al trampolín que da paso a los 27 metros de abismo existentes entre el Puente de La Salve y el cauce de la ría. El silencio absoluto del público es el que marca los pasos, los gestos de concentración del italiano. Todas las miradas se centran en él, en su figura y en sus movimientos, desde la margen derecha, desde la izquierda y también desde la pasarela Pedro Arrupe que une ambas riberas de la ría. Al silencio le prosiguen alrededor de tres segundos de expectación y admiración en los que solo se oye los disparos de las cámaras fotográficas. Finaliza el salto con un gran sonido de splash que va acompañado de una cerrada ovación. “La gente muestra mucho respeto ante los clavadistas, ninguno hace ruido porque hay que ser muy valiente para estar ahí arriba”, explicaban Josu e Iker, dos jóvenes bilbainos que siguieron ayer la ronda clasificatoria las World Series de Red Bull Cliff Diving.

Los catorce clavadistas participantes fueron desfilando por el trampolín y saltando al vacío. El mecanismo era siempre el mismo: silencio, expectación, admiración y ovación de los centenares de espectadores que siguieron la competición en los aledaños del puente de La Salve. Desde la pasarela Pedro Arrupe, el trasiego de estudiantes que entraban y salían de sus clases se mezclaba con quienes aprovechaban la perspectiva que ofrece esta infraestructura para admirar los saltos. Iker, vecino de Santutxu de 21 años que estudia Educación Social en la Universidad de Deusto, no dudó en pasar un rato con sus amigos viendo cómo los Orlando Duque y compañía daban piruetas en el aire. “El año pasado estuve y me encantó y este año repito. Acabo de salir de clase y voy a ver un rato los entrenamientos. Mañana, tampoco faltaré, es un espectáculo muy bonito y una buena forma de dar a conocer Bilbao”, indicaba el joven estudiante.

Estamos en la era tecnológica y se ha pasado de ver los espectáculos a fotografiarlos o grabarlos en vídeo. Los espectadores que capturaban con sus móviles y cámaras las imágenes que generaban los clavadistas eran legión. Fuese cual fuese el ángulo en el que estuviesen ubicados, el objetivo enfocaba al mismo punto; el puente de La Salve. El viaducto ha restado protagonismo durante las últimas horas al flamante museo Guggenheim. Felipe Isasi estaba en la margen derecha de la ría con su cámara de fotos. Él era uno de los que lograron espectaculares imágenes de los entrenamientos y la fase clasificatoria de ayer. “El año pasado saqué fotos con el móvil y no salieron muy bien. Ahora vengo mejor equipado, he traído la cámara y el objetivo todoterreno. Espero que salgan buenas fotos, pero la incógnita se desvelará cuando vuelva a casa”, contaba Felipe poco antes de que un nuevo clavadistas hiciera las delicias del público. Le correspondía saltar a al polaco Kris Kolanus. La sucesión se repitió: silencio, el clic de los disparos de las cámaras se dejó oír y al tocar el agua la esculpida figura de Kolanus se desató una nueva ovación.

No pudieron faltar tampoco los turistas. Es el caso de Cathie Duffy y Janet Evans, de visita por Bilbao, a los que la competición les sorprendió en mitad de su paseo por la capital vizcaina. Estas australianas estaban encantadas. “Es espectacular, estamos viendo a los mejores saltadores del mundo y se puede decir que son unos grandes artistas. Hacen arte en el aire”, señalaba Cathie. Las dos también guardaron silencio cada vez que un clavadista se disponía a dar un salto que impone.