Donostia - Jon Santacana fue recibido ayer en Donostia por los responsables de BAT Basque Team, quienes han puesto algo más que un granito de arena para que el esquiador donostiarra consiga su séptima y su octava medalla olímpica.

¿Ha vuelto satisfecho de Sochi?

-Los resultados que he traído de Sochi son algo que muy pocos podían esperar después de las condiciones que se han dado. En septiembre, cuando me rompí el tendón de Aquiles, mi primer pensamiento fue que no podía ir a los Juegos. Pero una vez que me operaron y que todo comenzó de cero otra vez, en ningún momento tiré la toalla. Ha sido una recuperación muy dura. En seis meses no he tenido vida que no tuviese que ver con la recuperación. En estos seis meses solo he dormido en mi cama diez noches. Al principio estábamos barajando una recuperación de siete u ocho meses, con lo cual estábamos totalmente fuera de los Juegos, pero una vez que me operaron todo empezó a salir bastante bien. Todos los meses se convirtieron en una contrarreloj, intentando robarle minutos al calendario para avanzar. Conseguí ponerme los esquís y empezar con la adaptación a la nieve a mediados de enero. A pesar de que el tendón estaba relativamente curado, los dolores eran bastante grandes. En febrero pude empezar a entrenar con algo más de intensidad. Hicimos unas competiciones de la Copa del Mundo y vimos que no estábamos tan lejos de los primeros puestos. Vimos que incluso podríamos darle un susto a más de uno.

¿Si hubiese estado al 100% podría haber conseguido más medallas?

-No tengo ninguna duda. Ya había dicho que iba a llegar a Sochi en el mejor momento de mi carrera deportiva, tanto físicamente como a nivel de experiencia y confianza. Llevaba unos años haciendo muy buenos resultados y eso te da una seguridad con la que habría afrontado los Juegos mucho mejor. Creo que habrían sido los Juegos de mi vida. Al final he conseguido rendir a un nivel más alto de lo que nadie podía esperar. Pero sí, si hubiese estado al 100%, esos dos cuartos puestos quizás habrían sido medallas.

¿Fue la prueba del descenso un termómetro de lo que le venía después?

-En la Copa del Mundo a finales de febrero nos pudimos ver en competición. Entramos en ritmo de competición bastante rápido. Ahí se notó mucho el tiempo que llevamos trabajando juntos Miguel Galindo y yo. Eso no es trabajo de unos meses, es algo de muchos años. A la hora de una recuperación tan acelerada y tener que entrar tan rápido en carrera se nota mucho. Cuando llegamos a Sochi hicimos los primeros entrenamientos oficiales. El primero fue un poco flojo por las condiciones de la pista, que estaba muy mal y no quería arriesgar mucho. En el segundo marcamos el segundo mejor crono y vimos que podíamos estar ahí. Nos costó descansar por la noche, porque llevábamos mucha carga detrás y la verdad es que la presión empezaba a salir. Pero me levanté ese día pensando que iba a ser un gran día. Estaba muy motivado, con mucha confianza y la verdad es que hice una bajada al máximo, con todo lo que podía dar ese momento y las cosas nos salieron bien.

¿Cuál es su siguiente objetivo?

-A nivel deportivo el siguiente objetivo es el Campeonato del Mundo, que es el año que viene. Sería un objetivo ambicioso. Es lo siguiente por debajo de unos Juegos. Tenemos mundial cada dos años y es algo ambicioso. Pero ahora necesito desconectar y descansar.

¿Con 33 años y ocho medallas olímpicas le queda hambre de ganar?

-Sí, me queda hambre. Sobre todo porque pienso que me quedan cosas por mejorar. Creo que un deportista disfruta más en el progreso de llegar que en la propia medalla. Si solo fuese la medalla, solo estarías preparado para ese día y hay una serie de horas y objetivos diarios que hay que ir consiguiéndolos. Eso es lo que te da la vida y la energía. Creo que todavía tengo energía, pero hay que marcarse objetivos a corto plazo.

¿Como nació su relación con Miguel Galindo?

-De forma casual. En 2002, después de los Juegos de Salt Lake City el que era mi guía decidió dejar el equipo por cuestiones personales. Necesitábamos otro esquiador y Miguel era otro de los que había salido del equipo nacional. Le llamaron para hacer una prueba en una concentración y desde el primer momento congeniamos muy bien a nivel personal y profesional.

¿Que mensaje lanza a las personas con deficiencias visuales u otros problemas físicos que no se atreven a acercarse al deporte?

-Desde luego, que no hay que tener miedo a acercarse al deporte. Siempre he dicho que las barreras nos la ponemos nosotros en la cabeza. Hay que tener voluntad y ganas por hacer algo y después intentarlo. Hace poco me preguntaban si yo sería capaz de hacer cualquier cosa. No sé si soy capaz de hacer cualquier cosa, pero sí sé que soy capaz de intentar cualquier cosa. Ese es el primer paso.