nUNCA es fácil en el deporte llevar con éxito un apellido famoso. En el golf, ser un Woods puede suponer un lastre enorme, una carga muy pesada. La pasada semana, una joven de 23 años nacida en Phoenix (Arizona) logró romper esa barrera en el campo australiano de Royal Pines Resort en Gold Coast. Cheyenne Woods, sobrina de Tiger, logró su primer título en el Circuito Europeo y reclamó su derecho a ser reconocida por sus propios méritos. "Yo también sé jugar al golf, no soy solamente un nombre. El apellido me ha servido para saber soportar la presión todos estos años. Pero creo que me he ganado ser conocida simplemente como Cheyenne, no como la sobrina de Tiger", proclamó la chica al estrenar su palmarés en su segundo año como profesional.

Cheyenne es hija de Earl, hermanastro de Tiger, y nieta también de Earl Sr., que fue quien la introdujo en el golf al comprarle sus primeros palos cuando tenía solo seis años. Además, el abuelo se preocupó de los progresos de su nieta, como de los de su hijo, gracias a los vídeos que le remitía su entrenador en Arizona. Earl Sr. falleció en 2006, "pero creo que estaría orgulloso de mí", presumió Cheyenne, que lleva el talento en los genes.

Al margen de que Tiger y Cheyenne ensayaran sus primeros golpes en el mismo garaje de la casa familiar y de un cierto parecido físico, pocas coincidencias más hay entre ambos, sobre todo a la hora de afrontar el juego. La nueva ganadora del Australian Ladies Open, un triunfo que le proporcionó sus primeros 37.500 euros, carece de la potencia que imprime Tiger a sus golpes y se comporta en el campo con mayor sutileza y humildad. Además, Cheyenne pasea por el campo con la sonrisa en la boca mientras su tío se vuelve hermético, hierático y, en ocasiones, altivo.

La victoria en Australia confirmó las expectativas creadas en torno a Cheyenne Woods, que siempre intentó alejarse de la influencia que su tío pudiera ejercer en su entorno. Ambos se han seguido, lógicamente, en sus respectivas carreras, pero desde una distancia prudencial. "Me divierte verla jugar, pero no es justo que la comparen conmigo. Ella tiene que hacer su propio camino", ha dicho en alguna ocasión el número 1 del mundo. Cheyenne también ha conseguido discreto acceso a alguna de las vueltas de Tiger en los grandes torneos que le han servido "para aprender y descubrir algunos trucos de los mejores jugadores".

EN WAKE FOREST En todo caso, ganar no es algo nuevo para Cheyenne Woods porque fue una reputada jugadora en sus tiempos de high school en Arizona, donde fue elegida la mejor del Estado, y en la etapa universitaria defendiendo los colores de Wake Forest. Ganó más de 30 torneos como amateur y se proclamó campeona de la Atlantic Coast Conference en 2011, el año anterior a dar el salto al profesionalismo tras conseguir el promedio de golpes más bajo de la historia de las Demon Deacons. La sobrina de Tiger, hija de madre de raza blanca, lleva también a gala ser una de las pocas mujeres de origen afroamericano en el mundo del golf, aunque en sus antepasados hay toda una mezcla racial.

El triunfo en Gold Coast le permitió a Cheyenne Woods asegurarse la tarjeta del Circuito Europeo y ahora su objetivo es lograr entrar en el selecto PGA femenino, el circuito estadounidense. "No me voy a volver loca. Sé perfectamente que este deporte está lleno de altibajos y hay que saber lidiar con los momentos buenos y con los malos. Lo que tengo claro es que no me voy a obsesionar con metas a corto plazo", afirma una jugadora que ya ha hecho lo más difícil: quitarse de encima la pesada sombra de Tiger Woods.