Las previsiones meteorológicas no fallaron esta vez. El cielo prometía lluvia para la mañana del domingo y, efectivamente, llovió. En Bilbao las nubes comenzaron a derretirse cinco minutos antes del inicio de la Herri Krosa y no pararían hasta horas después de que todos los atletas atravesasen la línea de meta. Pero la fuerza de esta carrera, su arraigo en la sociedad vizcaina, es capaz de superar envites mucho más importantes que un día de chubascos. Los 8.671 inscritos en la carrera bilbaina dejan claro que, tras 26 años de vida, la Herri Krosa es una cita ineludible para los amantes del atletismo. ¡Enhorabuena a todos!