bilbao. Lleva el Bilbao Basket desde el arranque del curso oficial moviéndose en arenas movedizas, avanzando a trompicones, sin la imprescindible continuidad que permita que sus biorritmos se estabilicen. Se hunde en el fango cada vez que se lanza al aire el balón de la Liga Endesa, resurge cual Ave Fénix cuando se bate el cobre en la Eurocup; se ahoga en la competición doméstica, encuentra bombonas de oxígeno muy apreciadas en las pugnas continentales. Así llevan ya más de un mes tanto los hombres de negro como su entorno, desnortados, sin saber demasiado bien a qué atenerse, sin acabar de dar dos pasos seguidos hacia adelante que permitan ganar en tranquilidad. Al menos, disputar dos partidos por semana permite que el pesimismo de los fines de semana no se quede clavado de manera prolongada en las mentes. La rueda no para de girar y siempre hay a corto plazo un nuevo objetivo en el que depositar fuerzas e ilusiones.
Tras el pésimo sabor de boca que dejó el choque de Illunbe, tanto por el resultado final como por las constantes vitales del equipo durante casi 30 minutos, el conjunto vizcaino espera seguir encontrando en Europa la medicina que sirva para aliviar sus heridas. "Es la competición que nos está sirviendo para conservar las sensaciones de victoria", reconoció ayer Germán Gabriel poniendo voz a la opinión de un vestuario que es el primero en sentirse responsabilizado por lo que está ocurriendo. La expedición bilbaina puso ayer rumbo a tierras germanas, donde hoy se mide al EWE Baskets Oldenburg con el objetivo de seguir manteniendo sin mancha su hoja de ruta continental, lo que le permitiría, desde el punto de vista de los números, dejar muy encarrilado su billete para la siguiente fase y, desde el prisma mental, demostrar -y demostrarse- que hay mimbres para dar ese pasito que, según el plantel y el cuerpo técnico, falta para ver un Bilbao Basket más reconocible, más fiel respecto a sus verdaderas posibilidades.
El conjunto alemán, el más inmediato perseguidor de los hombres de negro en la tabla clasificatoria -cayó con estrépito en casa ante el Sassari en el estreno para ganar los tres siguientes choques- será una buena piedra de toque para comprobar si el ideario de Rafa Pueyo se mantiene con respecto a los anteriores duelos o si decide cambiar de partitura a la vista de que su batuta y su orquesta no terminan de llegar a un entendimiento que permita el disfrute de una buena pieza musical de principio a fin: ¿Seguirá centralizando las responsabilidades en los siete hombres que a día de hoy cuentan con su confianza absoluta? ¿Ganarán más protagonismo Pilepic y Vrkic tanto en presencia en cancha como en galones? ¿Terminará por incorporarse Mamadou Samb a la rotación interior? ¿Habrá una última oportunidad para un Jackie Carmichael que parece ya totalmente sentenciado? Son muchas las incógnitas que se viven a día de hoy alrededor del Bilbao Basket y convendría despejarlas lo antes posible para acabar de hallar una estructura reconocible y, sobre todo, sólida y fiable.
Jugar y dejar jugar El conjunto de Oldenburg, cuarto clasificado en la competición alemana con seis victorias y una sola derrota, es de esos equipos que juegan y dejan jugar. La intensidad y el rigor en defensa no son su principal bastión, pero sí que es un grupo humano que apuesta por un baloncesto alegre en ataque -sin llegar a los límites de los italianos del Sassari-, con buenas individualidades a la hora de atacar el aro rival. El veterano alero Rickey Paulding, que cumple su séptimo curso en el equipo, está siendo su referente en este arranque de campaña con 17 puntos de media, con el escolta Chris Kramer extraordinariamente entonado en el lanzamiento en los choques de la Eurocup (77% en tiros de dos y 71% en triples) y Julius Jenkins actuando como sexto hombre pero siendo pieza vital del equipo merced a su notable juego uno contra uno -fue uno de los verdugos del Bilbao Basket en la Final Four de Gasteiz enfundado en la camiseta del Alba Berlín-. Por dentro, Nemanja Aleksandrov, que cerró la pasada campaña en el Manresa, sigue intentando reconducir una carrera rota por las lesiones, mientras que Andrea Crosariol, temporero el pasado verano en Gasteiz, trata de poner candado a la zona.
"Es un equipo que hace muchos tiros rápidos en contraataque y en transición, con exteriores que juegan bien en uno contra uno y pívots que anotan en continuaciones. Con su defensa y sus robos consiguen anotar rápido. Los dos últimos partidos han anotado con fluidez, pero es una tónica en su juego. También reciben bastantes puntos y pueden ser un poco blandos en la defensa del poste bajo. Intentaremos que no sea un partido loco", sintetiza Alberto Codeso, ayudante de Pueyo.