CUALQUIER tiempo pasado fue mejor. Esta reflexión puede haber pasado por la cabeza de Gorka Iraizoz en los últimos tiempos. El portero navarro, que vive en la actualidad una situación inaudita para él desde que llegara al Athletic hace ya seis temporadas, ha sido desplazado de la titularidad por Raúl. Un curso convulso para él, que poco tiene que ver con el que vivió la temporada pasada, tiempo en el que, gracias a sus actuaciones y a su continuidad en las alineaciones de Marcelo Bielsa, se hizo con el Trofeo Prosegur, con el que DEIA reconoce al jugador rojiblanco más seguro.

Ser el inquilino de la portería de La Catedral no es tarea fácil. Carmelo, Iribar, Zubizarreta... Los nombres asustan por su entidad e Iraizoz, guste o no, es ya, con 241 partidos oficiales, el cuarto guardameta que más veces se ha puesto la camiseta del Athletic. Y en la temporada 2011-12, donde solo se perdió dos partidos intrascendentes de Liga y de la Europa League, fue un fijo del entrenador argentino en las tres competiciones que disputo el conjunto bilbaino, con dos finales incluidas.

Ni en Bucarest ni en Madrid se le pudo achacar nada al meta navarro, dos citas a las que el Athletic llegó, en parte, por su labor en la portería. En la competición europea no le tembló el pulso en plazas tan complicadas como la del Manchester United, Sporting de Lisboa y el Schalke 04. En la Liga, donde alternó actuaciones de calidad con otras más discretas, volvió a convertirse en el portero que más paradas realizó, algo que también ha hecho durante esta temporada hasta que ha terminado en el banquillo por culpa de la inseguridad mostrada. Un cambio radical de un año a otro.