EN mi retina persiste la imagen de un joven jugador juvenil como central de la selección de Bizkaia allá por el año 1971; caray, Txanpi, nos hacemos mayores…; dirigía el juego mostrando elegancia en sus movimientos técnicos junto a un lanzamiento en apoyo y una finta salida por el lado débil nada despreciable. Por entonces, el que escribe estas líneas iniciaba su andadura como entrenador de élite y centraba su atención en jóvenes jugadores para renovar la plantilla del Atlético de Madrid. Ahora confieso que tu nombre estaba en la agenda de futuribles.
Tus cualidades no pasaron desapercibidas para el entrañable Pepe Pineda que te incorporó, junto a tu querido Jesús María González (La Perla) al histórico Gaztelueta de 1ª División. Tu formación y calidad como jugador continuó en Ferrol, Arrate y Claretianos donde finalizaste tu actividad como jugador entregado a la amistad y magisterio de Luis Solar intuyéndose la vocación de futuro entrenador que se plasmara de inmediato.
Desde Leioa a Gorostiza, tras la fusión de Claretianos con el BM Barakaldo, te curtiste como entrenador durante más de 20 años, sufriendo los pesares y compartiendo las alegrías propias de tal menester; se olvida que lo fundamental para los técnicos y, en tu caso hay que recordarlo, la mayor alegría y el objetivo que más satisface es vivir el día a día en el maravilloso proceso de formar jugadores; es ahí, en mi opinión, donde hay que ubicar tu legado con tantos chicos de Bizkaia que aprovecharon tu magisterio.
Tu apelativo de Txanpi se aferra a tu espíritu de campeón; convencido de tu trabajo e ilusión alrededor del balonmano el agradecimiento de este presidente y, sobre todo amigo, es infinito a tu labor.
Emilio, bihotzetik: "You are a Txanpion".