HAY jugadores que aseguran disfrutar más sirviendo un balón de gol al compañero que marcando ellos mismos. O afirman sentir, al menos, una satisfacción equiparable. Quizás Markel Susaeta esté entre estos enamorados de la esencia del fútbol, que no es sino un ejercicio asociativo. Sea o no así, el hecho de que haya ganado el Trofeo al Último Pase confirma su notable rendimiento durante la campaña 2011-12, sin discusión la mejor de su carrera en la élite. Además de la citada distinción, Susaeta aportó trece goles para la causa, tantos como los que había firmado en las cuatro temporadas precedentes, y tuvo el honor de ser el único integrante de la plantilla que tomó parte en todos y cada uno de los 63 partidos oficiales que disputó el equipo.
Valorado en su justa medida el rendimiento global del eibartarra, que recientemente le ha valido una significativa ampliación de contrato, es justo apuntar que el suministro de pases para que los rematadores terminen la jugada es una tarea de la inexcusable incumbencia del hombre que habitualmente actúa por banda, como es el caso. El abecé de este juego dice que un extremo, cuando está ocupando su área de influencia, ha de procurar levantar la cabeza para poder a continuación levantar el balón hacia posiciones de remate.
En la pizarra de Marcelo Bielsa siempre aparece algún elemento cubriendo los costados, normalmente más de uno, porque se trata de apurar el espacio hasta la línea de fondo en combinaciones que implican al extremo, al interior y al lateral, para desde allí enviar el servicio que permita depositar el pelotón en la red. En este sentido, Susaeta se ha beneficiado de la teoría o el estilo de juego que ciegamente propugna un técnico que además nunca le ha cuestionado y desde el primer día se ha dedicado a potenciar su autoestima al máximo.
Las estadísticas personales demuestran que Susaeta ha sabido corresponder a la confianza en él depositada y, de paso, confirman que el jugador fue capaz de dar el salto cualitativo que le convierte en una pieza indiscutible. Con su brega, sus goles y sus pases, Susaeta superó el estancamiento en que se había sumido en ejercicios previos, defraudando parcialmente las expectativas que generó su irrupción en Primera División.