bilbao. Afuera las temperaturas descendían de forma drástica y Bilbao se refugiaba en sí misma, como tantas y tantas veces. Adentro, las gradas del frontón de Miribilla rebosaban inquietud, mientras al fondo de todo una lona azul ardía. Un millar largo de personas jalearon durante tres horas a sus amigos y parientes, que gracias al barniz de la épica se están convirtiendo en ídolos. Los púgiles vizcainos Andoni Gago y Kerman Lejarraga sellaron con sus victorias una velada palpitante, un indicativo claro de que el boxeo vuelve a asentarse en el botxo.

Aquel Teatro de la Crueldad que percibió Artaud se escenificó en todo su esplendor el viernes por la noche, en el cubo vacío de un frontón que respiraba la tensión que Oteiza concedió a sus piezas. No hubo espacio para reflexiones ni para el lenguaje del arte, y se impuso la ley del acto único y sensorial que coloca al espectador ante un dolor carnal. La verdad verdadera, como anuncia cierta marca telefónica. Lejarraga logró su primer cetro importante al derrotar a Chimo Eddine por tercera vez, y su victoria estuvo basada más en el ímpetu que en la clarividencia de ideas. El marrazo de Morga tenía que ganar, quería ganar, y ganó: 2.000 euros y la corona de campeón del II All Star Bilbao, torneo que enfrentaba a los mejores pesos welter del norte de la Península. Lejarraga se fajó durante cuatro asaltos con un rival que aguantó las dentelladas del marrazo con nobleza y gallardía, buscando en cada lance un desahogo para su impotencia. Quería pero no podía; bravo por el esfuerzo de un guerrero que no quiso firmar tablas.

Otro tanto aconteció en el primer combate profesional de la noche. Gago se apropió del espacio sagrado, de la tierra media (el centro del ring), y aunque pasó apuros en el cuarto asalto, los jueces le concedieron la victoria ante un Iván Ruiz que fue de menos a más, complicando el combate a un adversario que le ganó en convicción. El de Otxarkoaga debutó hace un año y sigue invicto tras seis combates. En el segundo envite (supergallo) profesional Reynaldo Cajina noqueó a Vitaly Shivanov.

Puede que los partidarios de la estética y de la más fina esgrima de los cueros se sintieran defraudados, pero el boxeo es un acto desnudo que no siempre casa con los artíficos. Verdad verdadera.