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P IZZA y helado; y el día siguiente fui a una hamburguesería, ¡tenía un mono de hamburguesas...!", relata Rubén Fernández Pereira (Bilbao, 24-VI-1978) con una sonrisa en la boca. Fue su cena y su comida de celebración, comida de triunfador. Y es que, este atleta bilbaino afincado en Retuerto se proclamó el pasado 27 de octubre campeón del mundo de IBFA en el Mundial de Roma en la especialidad de culturismo clásico, un deporte en el que "hay una diferencia fundamental con el culturismo más conocido y es que no puedes pasar un peso determinado. Por ejemplo, en mi caso, los que oscilamos entre el 1,75 y el 1,80 de altura no podemos superar los 82 kilos", explica el atleta, quien compagina su pasión -"o esto te enamora o es imposible mantenerse", admite- con su labor de entrenador personal y preparador físico, con sede en el gimnasio Sport Gym de Deusto.
El bilbaino, a quien prepara el técnico balear Xisco Serra, llegó a Roma tras ganar el Estatal, donde consiguió el billete para el Mundial; además de la Copa de España, quedar en tercera posición en el Olimpia estatal y ganar el Open de Alcudia; mientras que en Italia "me conformaba con quedar entre los seis finalistas de mi peso". Sin embargo, su gran preparación se vio recompensada con el título mundial, un reconocimiento enorme. "Cuando me votaron como ganador no me lo podía creer. Además, fue una competición muy complicada, en la que hubo mucho nivel", evoca Rubén, quien apostilla que "los jueces -son un mínimo de siete y siempre son impares- nos comparan en poses obligatorias con las que deciden. Es un trabajo complicado, porque el físico es subjetivo, pero normalmente suelen acertar". E hicieron al vizcaino campeón del mundo de un deporte en el que quien está "lo hace por amor a esto". Y declara Rubén que, mientras él estaba en la tarima, Eva, su pareja, le corregía desde abajo. "Ella está siempre conmigo y la mitad del trofeo es suyo. Yo soy culturista 24 horas al día durante los 365 días del año. Tiene que aguantar mis rutinas alimenticias y todo lo que implica esto. Le tengo mucho que agradecer", desgrana. Asimismo, Cosme y Loli, sus padres, y Javi y Pablo, dos de sus alumnos, se desplazaron con él para apoyarle desde la grada. "Los italianos estaban arropadísimos, pero los míos ya hicieron algo de ruido. Y te creces un poco", analiza el atleta, que especifica que "cuando la gente viene a un torneo no sabe que aquí anima cada uno al suyo".
Alimentación metódica Se proclamó campeón el bilbaino en las tablas romanas y "fue lo máximo, como un sueño"; ya en la celebración se pudo pasar: "pizza y helado". Al día siguiente, sació su mono de hamburguesa. Explica el vizcaino el por qué: "Tenemos que controlar metódicamente todo: horas de sueño, de comida, de entrenamiento; sobre todo, en la época de competición, alrededor de doce semanas antes, ya empieza a ser todo muy estricto. Pero, el 80% de este deporte es la alimentación, es esencial; aunque también el trabajo duro de muchos años y el sacrificio personal. No hay una fórmula mágica para conseguir estar en forma o competir más que el entrenamiento duro; así se lo digo a mis alumnos". De este modo, el bilbaino controla diariamente su dieta, que cambia a lo largo del curso y en el caso de que sea época de competición tiene que eliminar poco a poco los hidratos de carbono. "Hay dos fechas de competición anuales, la primera ronda los meses de abril y mayo y la segunda sobre septiembre y octubre. Este año he competido en las dos, lo que implica que tengo que estar todo el año con tensión competitiva a todos los niveles", determina el preparador personal, quien si no está en competición solamente se permite coger un 10% de su masa cuando está en ella. "Cada día tengo que pesar la comida y llevarla debidamente hecha. Para mí no es sacrificio, porque amo este deporte, simplemente es disciplina", concreta el entrenador de Bilbao, que solamente lleva dos años compitiendo, pero seis preparándose y desde los 20 entre pesas.
Así, Rubén recorre la vida con los tuppers a la espalda. "Mis amigos ya me conocen y en el caso de que no fuera con mi comida a las parrillas lo verían ya raro. Si voy al cine y me toca comer, me saco mi tartera y ¡ala! a comer", cuenta Rubén, que tiene que llevar un control metódico de todo porque no puede hincharse y coger masa muscular ilimitada como en el culturismo más conocido. "Entreno unos 45 minutos al día con las pesas cuando no tengo que competir, mientras que en las fechas en las que van acercándose los torneos bajo el entrenamiento anaeróbico a los 30 minutos, pero de manera muy intensa, y hago tres cuartos de hora de entrenamiento de cardio, en ayunas o después de las pesas, para eliminar la grasa corporal", explica.
objetivo: míster universo Una vez alcanzada una meta de gran calado como es el campeonato del mundo de Roma de 2012, Rubén Fernández trabajará todo este curso hasta octubre o noviembre de 2013 de cara a ponerse en forma para imponerse en el Estatal de la AEFF y obtener el billete para Míster Universo.