En pleno corazón de Bilbao, en El Arenal, hay un rincón dónde siempre huele a churros y su nombre no podría ser más apropiado para ilustrar estos dulces: Las Delicias. Situada frente al Teatro Arriaga y muy cerca de la ría, este establecimiento lleva más de cuarenta años vendiendo churros durante Aste Nagusia, convirtiéndose en uno de uno de los lugares de peregrinación imprescindibles durante las fiestas. Aquí venden lazos bañados en chocolate, churros rellenos, porras y chocolate caliente, pero también patatas fritas para quienes prefieran algo salado como tentempié.
Desde primera hora de la mañana, el aroma de la masa recién frita comienza a invadir el aire, invitando a que tanto locales como turistas se acerquen a por alguno de los dulces. Este es el caso de la joven Nadia que, junto a sus padres, ha venido desde Eslovaquia a pasar unos días en Bilbao y que no se han querido perder los manjares de esta churrería. “Ayer probamos los churros y hoy hemos decidido darles una oportunidad a los buñuelos. Me gustan más porque son más blandos y esponjosos. Pensé que tendrían más azúcar, pero no. Están muy ricos”, comentaba sorprendida mientras sus padres asentían saboreándolos con deleito.
Matteo y Lea son un matrimonio italiano que, acompañados por sus tres hijos, tampoco han podido resistirse a probar unos churros. “Como todavía faltan un par de horas para la comida, hemos querido probarlos. Nunca habíamos comido churros y nos han encantado. Son crujientes por fuera y blandos por dentro”, relataban sonrientes mientras disfrutaban de este manjar.
Tres masas diferentes
José Alejandro Ayala lleva varios años en el negocio y es el encargado de freír las masas de churros, buñuelos y porras. “Este año los buñuelos se están vendiendo poco, por eso hacemos menos masa. En cambio las porras están triunfando”, relata. Ayala explica cómo una jornada en la churrería comienza limpiando el “campo de batalla” de la noche anterior. A continuación empiezan a preparar los distintos tipos de masa –las de churros, porras y buñuelos– para que haya suficiente para hacer frente a la demanda de todo el día. Mientras él fríe las masas, sus dos compañeras sirven los dulces envueltos en cucuruchos de papel a los clientes.
“Siempre tenemos listas los tres tipos de masas: la de churros, la de porras y la de buñuelos. Por la mañana hacemos un saco de churros para tener lo suficiente para ese momento del día. Luego preparamos varias tandas más pequeñas, que vamos ajustando en función de la venta”, narra. Antes de freír cualquier masa, Ayala crea remolinos con una espumadera para que las masas mantengan la estructura al echarlas al aceite.
Este negocio ubicado en el epicentro de la fiesta ha vivido jornadas muy intensas en las que muchas personas han recurrido a esa sabrosa docena de churros, buñuelos o una porra, con los que han recargado las pilas para seguir dándolo todo durante las largas jornadas de Aste Nagusia. Y es que a nadie le amarga un dulce y menos si está recién hecho.