BILBAO. La escena se omitió en latelevisión.Nose vieron las imágenesdel suceso. Pero el enfado de EfrénVázquez, a razón de su caída en elGran Premio de Catalunya, estabajustificado por la temeridad ajena.El piloto deRekalde venía rodandocomo nunca antes esta temporada.El circuito de Montmeló se antojabaincluso histórico para él, a pesar desu poca predilección hacia elmismo.“Siempre me ha costado bastante”,confesaba entre bastidores.La superposicióna los caprichos estaba lograda.
Poniendo partida a la esperanza desde la octava pintura, el integrantedel equipo LaGlisse se fajó con agallaspara minimizar una insípidaposición de salida.Entres vueltas altrazado se afianzó como alma quecorre con el diablo dentro en la terceraplaza, inmerso en el corte selectivo.Con él consumían kilómetros ellocal Maverick Viñales y el francésLouis Rossi, compañeros de viajedurante media carrera. Galo y bilbainodejaban hacer a Mav, “sinponer impedimentos” para consolidarla escapada de tres.
Pero detrás, el líder Cortese aspirabaa conectar con los aislados.“Estaba siendo una buena carrera,teníamos ritmo para estar ahí”, relatabaEfrén a la postre. Sin embargo,después del esmerado trabajo derecuperación de Cortese, el italoalemántrajo consigo de equipaje a ungrupo de 7 pilotos más. Se impuso la inmadurez. “Han llegado a lo loco,como si fuera la última vuelta, congolpes, cerradas y maniobras sin cordura”,ilustraba el de Rekalde. Unhervidero de tensiones. “Decidí conservarun poco los neumáticos y misfuerzas”. Fue siendo engullido. Descendióposiciones tras un constantebaile que, lastrado por la falta develocidad punta debido al “cortodesarrollo” montado, le obligaba aesforzarse con delicadeza en los recodospara aliviar diferencias. “Nosfundían en las rectas”. El respirotambién fue motivado por “la pelea,más que agresiva sin cabeza”, principalmenteporque permitió la fugade Viñales, que no tuvo que exprimirsey solo mantener el ritmo deinicio para refugiarse enla cima, alejadodel calenturiento lapso de la terceraparte de la carrera.
Los vaivenes de posiciones se sucedieron,alcanzado Efrén la cota de lasegunda plaza. Pero desde el segundohasta el décimo, todos eran ascensoresde sube y baja por esas alturas.
EFRÉN, CONDENADO Presto a reconfigurarla situación, como hiciera en los primeros giros, Efrentxu, consietevueltas en el horizonte de las 22previstas, rebasó al portuguésMiguel Oliveira. El bilbaino pretendíauna buena posición desde la quereaccionar a los ataques del desenlace.
“Memetí en una curva, ganándolela posición y no cedió. Se vino contra mí,metocó yme caí, tanto yocomo su compañero de equipo ÁlexRins”. Era el testimonio que hilabasu genial actuación de las dos terceraspartes iniciales de la prueba conla secuencia de imágenes del pilotoarrodillado sobre la grava de Montmeló.El gesto era de petición de respuestasal más allá. No las había.
El hecho de que este nuevo cero ensu casillero fuera otra vez por causaexterna a su persona tuvo que ser elpobre, triste, amargo y desconsoladorconsuelo. El enfado era una instalación;la crítica era su verso trasla desilusión. Y es que si se denominasuerte a aquellos factores que unono puede orquestar, le está faltandotoda esta temporada. Porque vuelvea suceder que Efrén proyectó ritmopara terminar entre los mejor paradosde la categoría de Moto3 y sudestinose vio truncado.La próxima citade Gran Bretaña (17 de junio) es unanecesidad imperiosa para él, ávidode confirmaciones, de consolidarsedefinitivamente.
Enla delantera,Viñales se fue gratay placenteramente solo. La escabechinaestaba tras él, a casi 11segundos de distancia temporal -luegose dejaría llevar por la inercia-.“Esta victoria en casa es inclusomejor que la primera que logré”,valoraba el genio de Roses. Sería porterritorialidad, porque su repertorioalberga citas más ilustres.La batallasin cuartel por el segundo pedestalfue para el laborioso Cortese, queconservó el liderato con 7 puntos demuralla defensiva sobre Viñales.Tras él, el polémico Oliveira, querubricó el primer podio de su vida.