bilbao. El circuito de Assen es uno de los escenarios más místicos del motociclismo. Lo es, por ejemplo, por anécdotas como las del párroco del lugar, quien, ensombrecido por las jornadas de carreras dominicales, rogó a la organización trasladar al sábado la prueba del Gran Premio, una excepción que perdura en el calendario. Y es que La Catedral de la gasolina, donde solamente han probado su asfalto máquinas de dos ruedas, robaba feligreses al hogar para las oraciones. Y la mayor de las fuerzas dictó para el futuro. En el caso de Efrén Vázquez, Assen es huella y escaparate. En 2008, inmerso en su campaña iniciática en el Mundial de 125, el de Rekalde firmó la vuelta rápida del trazado antes de irse al suelo y después de avanzar 18 posiciones, hasta la cuarta plaza desde la 22, en una de sus actuaciones más brillantes ceñido al mono de cuero. Allí, se puede afirmar, el bilbaino se proyectó a los ojos del mundo, grabando con fuego en su memoria aquel rimbombante 28 de junio. Oro para su biografía.

Ayer, en su cita con el ámbito social desde el soporte digital, el Twitter, el piloto bilbaino se proyectaba esperanzado como el párroco de Assen que cambió la historia, alentando a sus fieles, invitándoles a tener fe, abordando la coraza de sus sentimientos. "Pintan oros", rezaba desenmascarando sus sensaciones, altivo en cuanto a impresiones, osado, incluso. "Estoy convencido de que tendremos nuestras opciones", prestó al pueblo enrocado en el convencimiento, aunque, con la salvedad de que la lluvia también se cite hoy en Holanda, al igual que lo ha hecho de manera intermitente durante todo el fin de semana, entonces, será "una lotería", una cruz para la parrilla, "una auténtica locura en la que hemos tenido que andar muy listos para sortear la incertidumbre y el caos general", testimoniaba Efrén, que emprenderá su periplo desde la sexta pintura.

"Al final nos la hemos tenido que jugar a una sola carta y el resultado no ha sido malo", concretaba. Y es que todo se decidió ayer en cinco minutos en los que imperó el nerviosismo, pues todos los favoritos se encomendaron al secado de la pista para firmar sus mejores tiempos. Un órdago. El paradigma fue Nico Terol, hasta ayer, acero. El inquebrantable alcoyano perdió 25 puntos en la general: se fracturó el dedo calcáneo de su pie derecho y hoy no podrá ser de la partida.

¿Y Maverick Viñales, ese nombre por el que todo el mundo pregunta y nadie lo olvida? Volvió a sorprender consolidando su papel en el motociclismo mundial, allí donde los astros descansan. El gironés, 16 años de madurez, talento a raudales, envidia de todo padre mecánico, se erigió con su segunda pole del curso. El mismo resultado que alcanzó en MotoGP Marco Simoncelli, para quien, una vez alcanzada la regularidad en los entrenamientos, su máxima será tenerse en pie, dado que suma cuatro caídas. Por su parte, Rossi, undécimo, emprenderá su particular cruzada, la de enmendar los malos resultados de los días previos a las carreras. Una rutina, como lo es la nueva pole de Bradl en Moto2. Y van seis.