Hace muchos años que el Bilbao Basket no estaba tan cerca de ganar al Baskonia en el Buesa Arena y tendrá que esperar alguno más. En su último partido fuera de casa de la temporada volvió a saborear el amargo sabor de la derrota y eso que hizo muchas cosas bien o muy bien para meter el susto en el cuerpo a los gasteiztarras, que amarraron su plaza en el play-off por el título con su triunfo agónico y también la derrota del Manresa, que deja a los catalanes definitivamente fuera de cualquier opción. El Bilbao Basket no se jugaba demasiado, pero compitió con gran dignidad y orgullo y se quedó de nuevo sin el premio final por algunos errores propios y también ajenos.
Los hombres de negro metieron dieciséis triples con el mejor porcentaje de toda la temporada, un 57%. Pero no les alcanzó. Protagonizaron minutos de buen nivel defensivo y tampoco les alcanzó porque en los minutos decisivos esa defensa fue sancionada con falta cada vez y eso otorgó al Baskonia doce tiros libres en los últimos cinco minutos por solo dos de los bilbainos tras un claro cambio del criterio arbitral, ya que hasta entonces los de Pablo Laso solo habían lanzado once. Al final, son una suma de detalles los que condujeron a la décima derrota seguida fuera de casa, todas desde que comenzó el año natural, del equipo de Jaume Ponsarnau, al que le faltó de nuevo contundencia en determinadas acciones para ampliar sus ventajas o evitar que el Baskonia sumara.
Así, hubo al menos tres jugadas en clara superioridad o sin defensa que el Bilbao Basket no supo convertir, lo que le llevó a dejarse puntos sencillos por el camino. También hubo faltas que se podían haber usado para impedir canastas o un rebote ofensivo capturado tras un tiro libre errado por Hall que permitió anotar a Forrest un triple que tuvo un gran impacto emocional en ese tramo final porque el Baskonia no se equivocó cuando encontró la oportunidad de ganar que hasta ese momento le había quedado lejos. Un triple de Luwawu-Cabarrot contestó a uno de Abdur-Rahkman ya entrando en el último minuto y en la defensa posterior los árbitros se tragaron el silbato y Forrest arrebató el balón al jugador de Pensilvania para anotar, otra vez, dos tiros libres que fueron definitivos.
El caso es que de nuevo se podrá hablar de una mala gestión de los minutos finales, de pitos y de flautas, para tratar de explicar una nueva derrota, pero los aficionados del Bilbao Basket, que acompañaron al equipo en número de un par de centenares, pudieron sentirse satisfechos y orgullosos del esfuerzo de los jugadores en un partido al que llegaron con la temporada cumplida. El reaparecido Cazalon, que tiene mucha clase, y el sorprendente Jones estuvieron infalibles desde los 6,75 metros, Abdur-Rahkman demostró que también puede ser una clara amenaza ofensiva y Frey, que ha acabado la campaña a gran nivel, dominó el partido muchos minutos desde su dirección para, con una buena labor colectiva, rozar de nuevo el triunfo.
Acabar bien
No había un objetivo en las filas bilbainas ya que a estas alturas poco importa acabar un puesto arriba o abajo. En función de los resultados que quedan pendientes, el Bilbao Basket acabará entre el decimocuarto y el decimosexto, aunque va a tratar de sumar una victoria en el último partido ante el Barça para poner un digno broche a una campaña que ha sido histórica porque ha celebrado sus 25 años y ha logrado su primer título.
Se han quedado en el tintero algunas victorias ya que los hombres de negro han perdido dos partidos fuera de casa en la prórroga y en otros tres al menos, incluido el derbi de ayer, llegaron al último minuto con posibilidades claras de ganar. Otra vez salió cruz y es evidente que el margen de mejora del equipo es grande de cara al próximo curso a la hora de manejar este tipo de compromisos y cerrarlos con acierto. El material con el que se tenga que conseguir ya depende de las gestiones del verano y de quienes formen una plantilla en la que volverá a haber numerosos cambios. El duelo de cierre ante el Barça dejará unas cuantas despedidas, deseadas o no.