Bilbao
no es que estemos hechos de otra pasta: los buzos protegen, los cascos protegen y somos deportistas, trabajamos la musculación para que un golpe como el de Japón no te afecte mucho. Además, el cuerpo también se hace a los impactos. Pero, sobre todo, lo que hemos hecho tras la caída es trabajar 24 horas para recuperarme físicamente. Si lo hubiésemos dejado de la mano de Dios seguramente no nos habríamos recuperado tan rápido". Psicología de un piloto. Relativización de las adversidades. Efrén Vázquez (2-IX-1986, Bilbao) se considera sumamente afortunado mientras reverdece el accidente más peligroso de su carrera deportiva, ocurrido el pasado 3 de octubre. "Si Folger me hubiese cogido sin las piernas dobladas hubiese tenido un buen problema. He tenido mucha suerte, al igual que la tuve en la caída de Valencia en la pretemporada de 2009, porque si el corte se llega a producir un centímetro más abajo hubiese perdido mucha sangre. Pero es que en Japón, además, el golpe que me pegué contra el muro después de ser atropellado... Si me pego un poco más fuerte quizás no estaría aquí ahora. Se ha salido muy airoso" -el parte presentaba entonces un traumatismo craneoencefálico y una fuerte contusión en el abdomen-.
Es un repaso, un vistazo al retrovisor de la memoria. Una página pasada, un rincón oscuro en la avenida del recuerdo. "Tampoco se trata de borrarlo, porque es una cosa que está ahí, pero no hay que darle mayor importancia, al igual que cuando he celebrado una victoria o un podio, tampoco he visto 400 veces en vídeo. Eso son recuerdos y de lo que se trata es de ir haciendo tu presente". Versa el de Rekalde con tiempo transcurrido de por medio desde que se topara con su fatal destino. Se han sucedido desde entonces dos carreras sin tiempo para la reflexión, porque el Mundial no deja de rodar. Malasia y Australia, dos cuartos puestos "más que satisfactorios" como dulce resaca del accidente. Una satisfacción que ejerce de enterradora de los malos recuerdos. Queda ya lejos la amargura y cerca "una cuenta telefónica del copón" que ha permitido al bilbaino tener próximo a su entorno para superar el bache -echa una mirada de complicidad hacia su novia Mireia, que aguarda sentada- y quedarse actualmente a un punto de su meta de la temporada, que es entrar al Top 5 del Mundial de 125. "Mi gente ha jugado un papel fundamental", apostilla.
Aparentemente Efrén está bien, pero esconde y arrastra secuelas físicas desde Japón. "Me duele aquí la hostia", dice tocándose un punto intermedio de la espalda. "¿Me echabas de menos?", le saluda su mecánico de humanos, Julen Lasa, fisioterapeuta y osteópata del centro Kines de Gorliz. Toca sufrir para luego gozar de salud y el tiempo apremia antes de las dos últimas carreras de la temporada. Los chasquidos se suceden mientras el bilbaino es retorcido como un trapo mojado. Su rostro, colorado, a juego con su rojizo cabello, es fiel reflejo del sufrimiento. Este es el lado oscuro de la competición, el que apenas se deja ver. Es la trastienda del motociclismo. "Tiene una sobrecarga generalizada de las contusiones. Está bloqueado a nivel articular y eso produce limitaciones en los movimientos. El fuerte impacto le ha dejado una congestión corporal que deriva en rigidez", explica el especialista, quien reconoce que haber vuelto a competir tan temprano después del accidente -pasó una semana- fue asumir un riesgo, porque, por ejemplo, el cuerpo podía haberse expresado con un desfallecimiento como consecuencia de las contusiones todavía frescas. "Pero si los médicos le dieron el beneplácito...". Ahonda Lasa en la capacidad natural de personas como los "pilotos" o los "toreros", tipos a los que "no se les reconoce" la capacidad para sobreponerse a las adversidades que presentan sus profesiones. "Una persona de 40 años no podría levantarse de la cama después de sufrir algo así", añade Lasa, mientras aplica a Efrentxu el método francés de Reeducación Postural Global (RPG) antes de proceder a una sesión de Tecarterapia, "lo último en recuperación deportiva", una máquina de 33.000 euros que emplean el Athletic, el Bizkaia Bilbao Basket, el equipo Ferrari o Rafa Nadal, entre otros. O sea, la élite. Y Efrén es élite.
"los golpes vienen dados" "Si algo me ha dado la experiencia en el campeonato del mundo y el estatal es saber que las cosas se tuercen. Los golpes vienen dados, o sea, no hay campeonato sin recibir un golpe. Entonces, de lo que se trata es de levantarse lo más rápido posible y seguir avanzando. No importa si el golpe es muy fuerte, lo importante es levantarse. El deporte es una forma de vida y nadie golpea más fuerte que la vida", analiza el bilbaino, calculador, de temperamento gélido, con un rostro pétreo con trasfondo de meditación. Habla de alzarse antes de tocar el suelo, de auparse antes de caer. Filosofía de quien raya a diario con la fatalidad, de quien se presenta para ejercer en una oficina que es balcón del abismo.
Enfrente aguardan las dos últimas estaciones del tren mundialista, "dos de mis carreras favoritas", donde "pase lo que pase hay que darse cuenta de que esta temporada ha sido de chapeau". "Se ha mejorado mucho. A nivel personal es un año más de madurez y cada vez me siento en un estado de forma mejor. Además, tengo una estabilidad que no tenía el año pasado. Esto ayuda a estar tranquilo, relajado", revela el Cuchillo de Rekalde, quien asegura estar "viviendo un momento personal muy bonito, tanto en el deporte como en la intimidad. Esto son empujoncitos que te ayudan a estar bien". Además, claro, de la medicina. Y, por qué no, también de esa mala suerte que parece sacudida por el momento, exiliada. Está de baja.