Hola y adiós
Vettel estrena Yas Marina con triunfo y pone broche de oro a la temporadaEl alemán se benefició de los problemas mecánicos de Hamilton y Button se coronó
Bilbao. Baja el telón de la Fórmula 1. Punto final a un curso de transición. De KERS y difusores; de revolucionaria aerodinámica; del rey Midas Ross Brawn y el agraciado y seguramente efímero Jenson Button; de debacle de los grandes de la parrilla; de controversia en el cruce de intereses. Para unos, una temporada para el destierro de la memoria; para otros, sueño de infancia. Sin duda, ha sido un capítulo reivindicativo. Rebelión en la granja. De este modo, en el estreno del circuito de Yas Marina, en Abu Dabi, se jubiló la campaña. Paso a la historia; adiós con debut. Se apaga la luz del presente. Y fue allí donde Sebastian Vettel y su escudería Red Bull, con doblete en los Emiratos Árabes Unidos por el segundo puesto de Mark Webber, se dio un homenaje y firmó la cuarta victoria del año, la quinta de su carrera deportiva, asegurándose el subcampeonato del mundo en detrimento de Rubens Barrichello. Si bien es cierto que el alemán se vio beneficiado por una avería mecánica en el freno derecho trasero de Lewis Hamilton.
El inglés de Hertfordshire, catapultado desde la pole por el transformador de energía cinética, abrió brecha en los primeros metros de la carrera en la isla de Yas. El sol empezaba a descender, comenzaba el crepúsculo entre yates y gasolina quemada. Nadie quería hipotecar la prueba. Nadie quería mancillar el lujoso paraje. La limpieza de la salida fue total, como contraposición a la cita brasileña de Interlagos. Solamente Webber y Barrichello tuvieron un toque, haciendo el primero saltar parte del alerón delantero del monoplaza del segundo. Daños menores tras pasar por boxes. Entre tanto, Fernando Alonso, que largaba decimoquinto, descendió hasta la decimonovena posición materializando sus declaraciones previas: "Tenemos el peor coche de la parrilla". El asturiano apostaba por la estrategia de una sola parada. Se encomendaba a la sorpresa a la que tanto ha evocado en esta segunda etapa en Renault.
Hamilton procuró la fuga en el desconcierto de los primeros compases. Con el horizonte despejado, exprimió el depósito del McLaren-Mercedes, lastrado por la elevada carga de combustible. Así, las diferencias se tradujeron en un segundo. Insignificante con más de 50 vueltas por delante. Los Red Bull eran mochila de la bala plateada. La carrera presentaba una importante dosis de morbo, aunque restaba esperar al baile de repostajes para asistir a nuevos acontecimientos. Mientras, Alonso se fajaba en su particular escalada y recuperaba posiciones dejando atrás a Grosjean, Alguersuari, Sutil y Fisichella.
De este modo, Hamilton fue el primero en visitar la manguera. Lo hizo en el giro 16 al trazado, despertando consecuentemente el movimiento de los perseguidores. La niña de los ojos de Bernie Ecclestone tomó la iniciativa. El repostaje del inglés lo aprovechó Vettel. No en vano, tres vueltas le bastaron al de Heppenheim para reducir la distancia y copar la carrera una vez estando todo el pelotón servido de gasolina. Se antojaba duelo entre Vettel y Hamilton. Careo entre dos de los mayores valores que tiene actualmente el Gran Circo. El futuro de la élite se debatía por la victoria. Empero, todo resultó a pedir de boca de Vettel, quien no tuvo que entregarse al esfuerzo. Una avería en el freno trasero derecho del McLaren-Mercedes de Hamilton desterró la rivalidad. "Ya estoy con la mente en el próximo año", se apresuró a decir el inglés a la postre. El espectáculo claudicó, a salvedad de la ambición del flamante campeón del mundo, Jenson Button, que le condujo a la lucha por el segundo puesto. Webber aguardaba allí para la defensa del doblete de Red Bull.
Delante, con 23 vueltas para la conclusión, Vettel protagonizaba un paseo triunfal. Aunque pudo haber desastre para sus intereses, pues un error de Jaime Alguersuari, que se confundió de box a la hora de cargar combustible por la semejanza de sus colores con los de la escudería Red Bull, a punto estuvo de interrumpir el camino del alemán. Pero la situación quedó en anécdota y con el catalán fuera de la prueba por problemas en su caja de cambios.
A falta de cinco vueltas, Button, que quería poner broche de oro al mejor año de su vida, emprendió el acecho. Se abrió la veda; batida al relajado Webber -había rodado a 16 segundos de su homólogo Vettel-. Comenzaba la cacería del segundo pedestal del cajón. El inglés empezó a recortar peligrosamente décimas al australiano y la segunda posición quedaba abierta hasta la última vuelta. Revivía el espectáculo, curiosamente porque no había nada que perder, porque todo el pescado estaba vendido antes de llegar a Abu Dabi. Sólo quedaba saber si Vettel se apuntaría el subcampeonato. Entonces, empezó el momento más bonito de esta cita postrera, cuando Webber se deslizaba intentando mantener la posición y Button amenazaba a milímetros del monoplaza de la alas rojas buscando hueco o un error. Intimidando. Rodando en paralelo. No obstante, finalmente Webber fue segundo como fuente de templanza.
Y Alonso, que buscaba despedirse con "una carrera seria", terminó decimocuarto, el mismo resultado que obtuvo en Gran Bretaña y que es el peor de su trayectoria en la marca francesa. Espera, llegarán tiempos mejores en Ferrari, que ayer repitió ridículo con Kimi Raikkonen y Giancarlo Fisichella.
Unos dicen hola en Abu Dabi; otros, las escuderías, dicen adiós: hasta el año que viene. Vettel, por de pronto, desvirgando Yas Marina, lanza un aviso para navegantes. Y se hizo la oscuridad.