bilbao. "We are the champions...", era la voz de Jenson Button entonando al grupo musical Queen, desgarrando sus cuerdas vocales al paso de la vuelta de honor tras el Gran Premio de Brasil en el que se proclamó campeón del mundo. Cántico por antonomasia. El británico no cabía en su gozo emulando a Freddie Mercury. Fue la reacción que tuvo para desagarrotarse, para liberar toda esa presión que llevaba acumulada en su interior desde que la ristra de victorias en el inicio del campeonato le concedieran el papel de favorito. Su voz, ronca por la celebración, reconoció la evidencia: "es más que un alivio. No se puede ganar el Campeonato del Mundo y no sentir alivio, éste es el final del cuento de hadas". Fantasía Disney.
"Esto es como una película de Hollywood", dijo el sábado. Y así es, surgido de la nada para ser el centro de atención de la élite del automovilismo. Sus carnes viven lo que bien podría ser una superproducción protagonizada por Stallone o Schwarzenegger. Incertidumbre incluida por un compañero de filas que hace las veces de enemigo. "Hace 21 años desde que me subí a un kart. Me encanta ganar. Pero nunca pensé en ser campeón del mundo de Fórmula 1, porque uno siempre piensa que los pilotos de Fórmula 1 son diferentes a uno. Pero lo logré".
Button ha cumplido su particular sueño americano, digno de un guión hollywoodiense. Sucede que cuando la tensión amaina, cuando la acción se ha sucedido, la persona se relaja, se humaniza, se sincera. Es al menos el caso de Button, que jamás soñó con su dorado presente. Sin embargo, Button respira del momento, se alimenta de él. A buen seguro, le reportará grandes energías para afrontar el futuro. "Me he merecido ser campeón, he sido el mejor en los 16 grandes premios. Soy campeón del mundo. Apenas puedo escuchar al decirlo", reconoció el piloto de Brawn GP.
En cuanto a la sucesión de la carrera y el planteamiento previo para la misma, el inglés de Frome reveló que "no sabía lo que haría Rubens (Barrichello), pero a pesar de que yo salía lejos sabía que podía pelear por la sexta plaza, ésa fue mi estrategia. Estaba feliz por Rubens y por el equipo por lograr la pole, pero yo me sentía mal. Entonces, me tomé dos copas y quedé preparado para la carrera de hoy -por ayer-".
Las palabras de Button hijo coinciden con las de Button padre, John, quien también reconoció que "nunca pensé que lo lograría, pero ya está aquí para siempre". Ni en su casa creían en las aptitudes del pequeño Jenson, que se ha topado en el camino con el arquitecto de victorias Ross Brawn, a quien envió una serie de agradecimientos, sabedor de que su título no se hubiera sucedido de no ser por la tremenda aportación del patrón de Brawn GP. "No es un equipo completamente nuevo -en mención a la herencia de Honda-, pero no existiría si Ross no estuviera aquí. Se merece una medalla", subrayó.
En cuanto al futuro del vigente campeón del mundo, incierto éste, su padre aseguró no haber negociado aún con nadie. "Hablaré con Brawn cuando supere mi resaca", zanjó. Es momento de celebraciones; pasaron los quebraderos de cabeza. Toca alimentarse de gloria.