Este es el título de un libro escrito por Dominique Lapierre y Javier Moro, que narra el accidente en la planta química de la empresa Union Carbide en la ciudad india de Bhopal en 1984. Una tragedia, dicen en su libro, que advierte a todos los aprendices de brujo que amenazan la supervivencia de nuestro planeta.
Era medianoche en Bhopal. El 2 de diciembre de 1984. Una ciudad que duerme. Una planta de pesticidas, cerrada y mal mantenida, pero con su letal almacén intacto. Una fuga de isocianato de metilo. Una nube tóxica que envuelve la ciudad y que ciega, asfixia y mata. Las primeras 72 horas, 10.000 muertos. Hoy, más de 22.000. Los supervivientes aún arrastran las consecuencias. Unos 500.000 sufren secuelas. Ocho condenados en 2010. Dos años de prisión. Libertad bajo fianza. El caso, aún abierto, se diluye en un tribunal. Dow Chemical, que absorbió Union Carbide en 2021, elude responsabilidades. Las sustancias químicas, enterradas en el entorno del herrumbroso esqueleto de la planta, siguen contaminando el agua que beben 200.000 personas. Desde hace 40 años, parece que siempre es medianoche en Bhopal.
El periodista Rahul Noronha en un artículo publicado en India Today Magazine el pasado 7 de diciembre viene a decir que la rendición de cuentas ante la justicia ha sido difícil de alcanzar. Tras años de demoras judiciales, ocho acusados fueron condenados en 2010 en virtud de los artículos 304A (causar la muerte por negligencia), 336, 337, 338 y 35 del Código Penal de la India y sentenciados a dos años de prisión, pero a todos se les concedió la libertad bajo fianza de inmediato. Cuatro de los condenados han fallecido desde entonces. El caso continúa en el tribunal del juez de distrito de Bhopal, con la Oficina Central de Investigaciones como organismo encargado de la acusación. Los activistas y los supervivientes lamentan la lentitud de la justicia, que ha hecho que la rendición de cuentas parezca cada vez más inalcanzable.
Mientras tanto, la lucha por una asistencia médica adecuada ha seguido una trayectoria igualmente desalentadora. El gobierno estatal creó hospitales y clínicas específicamente para las víctimas del gas, además de un Departamento de Ayuda y Rehabilitación por la Tragedia del Gas de Bhopal. En 1991, el Tribunal Supremo ordenó a Union Carbide que estableciera un hospital de última generación con 500 camas, lo que llevó a la creación del Bhopal Memorial Hospital and Research Centre (BMHRC), aunque con sólo 350 camas. Hoy en día, las víctimas notan una marcada disminución en la asignación de recursos para los hospitales. El tratamiento gratuito para enfermedades como el carcinoma y la enfermedad renal, que antes estaba garantizado, ahora está vinculado al plan Ayushman Bharat, lo que complica el acceso de los sobrevivientes.
Los riesgos medioambientales derivados de la tragedia siguen asolando la ciudad de los lagos. Recientemente, el gobierno estatal, con una ayuda central de 126 millones de rupias, decidió incinerar 336 toneladas de residuos tóxicos que se encuentran en la planta de Union Carbide. Los activistas sostienen que la medida es insuficiente, ya que cubre sólo un mísero 0,028 por ciento de los 1,2 millones de toneladas de material peligroso. Esta cifra se calculó en un estudio de 2010 del Instituto Nacional de Investigación en Ingeniería Ambiental (NEERI), que fue rechazado por el gobierno estatal. “La eliminación no va a ayudar a la gente de Bhopal, ya que es sólo una fracción de todo el material tóxico que se encuentra en el lugar. Exigimos un estudio científico exhaustivo para determinar la profundidad y la extensión de los residuos, de modo que se conozca el grado de toxicidad”, afirma Rachna Dhingra, del Grupo de Bhopal para la Información y la Acción, una organización que trabaja en favor de las víctimas de la tragedia del gas.
Muchos sobrevivientes se sienten abandonados y no se han tomado las medidas adecuadas para abordar sus problemas económicos y de salud a largo plazo, mientras uno de los desastres industriales más letales del planeta sigue proyectando una sombra inquietante.
Amnistía Internacional en una nota de prensa que ha difundido estos días viene a decir que “pocas cosas han cambiado en estos cuarenta años. Una dinámica de poder desigual hace que las víctimas, en su mayoría pertenecientes a comunidades minoritarias y marginadas de bajos ingresos, se vean privadas de justicia. Mientras, los responsables, en particular los gigantes empresariales con sede en Estados Unidos, continúan eludiendo de manera vergonzosa sus responsabilidades inequívocas en materia de derechos humanos. La falta de medidas por las autoridades indias y estadounidenses para obligar a rendir cuentas a todos los responsables de este crimen atroz de negligencia empresarial es una burla”.
En el Estado español, Amnistía Internacional ha identificado a BBVA, Caixabank, Sabadell y Santander, entre la lista de inversores de Dow, que compró Union Carbide Corporation en 2001. Con motivo de la junta de accionistas de la compañía el pasado abril, la sección española de la organización se dirigió a las cuatro entidades instándoles a plantear sus motivos de preocupación directamente a la Dow sobre sus responsabilidades en relación con Bhopal y a poner fin a su relación con ella si no toma medidas significativas en un plazo razonable.
Amnistía Internacional señala que “la indiferencia y el desprecio con que se ha tratado a las personas supervivientes y a sus descendientes desde el escape de gas, la falta de una rendición de cuentas adecuada y efectiva por parte del Estado como de las empresas por el escape de gas y por la contaminación que aún persiste, así como el fracaso a la hora de garantizar un programa de reparaciones que que aborde adecuadamente los daños pasados y presentes son consecuencia del arraigado racismo ambiental”.
Una de las peores catástrofes industriales del mundo ha enseñado y deparado algunas lecciones que se empezaron a fraguar tras el desastre de Bhopal, como un aumento progresivo de la cultura preventiva y gestión de la seguridad, prácticamente inexistente en aquellos momentos. Así, se han ido adoptando normativas y medidas relativas a los sistemas de gestión de la seguridad, controles públicos de las instalaciones que presenten riesgos de accidentes graves, donde deben estar ubicadas estas empresas -en la ciudad de Bhopal la empresa “convivía” con sus moradores-, existencia de planes de emergencia en las industrias ante posibles accidentes, y más cuestiones. Pero, también hay un aspecto primordial y fundamental, y es la necesidad imperiosa de poner por delante la seguridad de los trabajadores y las personas al precio que sean antes que la producción y las ganancias económicas. l
Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente