EL título fue el cierre de una de las intervenciones del lehendakari Leizaola en la Asamblea de Zestoa. Eran muy malos tiempos y nos pedía no perder la calma.

En 1987 estábamos muy tocados. El EAJ-PNV se había dividido y en las elecciones al Parlamento Vasco de noviembre de 1986 habíamos obtenido 17 parlamentarios, el PSE 19, EA 13, HB 3, EE 9, CP 2 y el CDS 2. EA, nuestra división casi forma gobierno con el PSE. Para colmo existía ETA y la escisión nos había dejado muy tocados y con miedo a discutir nada. Pero supimos reaccionar. Arzalluz decía que el EAJ-PNV siempre había tenido a lo largo de su intrincada historia, las ideas, las personas, las decisiones y las iniciativas más adecuadas para superar los problemas y las situaciones más difíciles. Y como me han preguntado que se hizo ante aquel increíble panorama en el que el Arca de Noe hacía agua por todas partes y como no hay mañana sin ayer, lo cuento.

El relanzamiento político nacionalista y la modernización de las estructuras internas fueron los focos centrales de la reflexión llevada a cabo por el PNV que concluyó con una Asamblea Nacional Extraordinaria celebrada en Zestoa en julio de 1987.

Los más de doscientos asistentes a la Asamblea Nacional pudieron participar en un debate denso y exento de crispaciones. Los enfrentamientos se habían acabado con la división. El afán de consenso fue la tónica dominante y como muestra cabe decir que durante la tarde noche última fueron aprobados y ratificados los textos base de Política Socioeconómica, Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Calidad de Vida, Servicios sociales. Seguridad Social y Sanidad así como la ponencia dedicada a la Juventud. Durante la mañana del sábado se abordó la ponencia dedicada a Educación, Cultura y Euskera y, por la tarde, se pasó revisión a los planteamientos políticos. El domingo estuvo ocupado por la ponencia de Organización.

Derecho del pueblo vasco a la estatalidad

El primer plato fuerte llegó con la exposición de la ponencia política. Esta sufrió ligeras modificaciones del texto base elaborado inicialmente. Xabier Arzalluz defendió la peculiaridad del PNV como “partido popular y de masas” en contra de cualquier modelo elitista de organización. “No somos un partido de cuadros”, nos decía.

El PNV, en su texto base definió su lucha de acción política en que Euzkadi es “un pueblo perfectamente diferenciado por sus características históricas, lingüísticas y culturales” que “constituye una nación, en la acepción étnico-política del concepto, y exige una soberanía y estatalidad propias como medio indispensable para su desarrollo integral”. Tuve el inmenso honor de participar en esa ponencia donde además de Arzalluz, estaban el lehendakari Ardanza y Joseba Arregi.

Partido homólogo en Iparralde

Los planteamientos políticos nacionalistas aprobados en Zestoa basaban sus puntos de acción en el eje Estatuto-Navarra-lparralde-Europa. En tal sentido, se anunció la posibilidad estudiada de que en un futuro a medio plazo se constituyera un partido homólogo en Iparralde. Ximun Harán, histórico fundador de Enbata, no disimulaba su alegría por el trato recibido y por los textos básicos nacionalistas.

En líneas generales, el EAJ-PNV abogaba por un desarrollo total del Estatuto de Autonomía sin renuncia alguna a las facultades que el artículo 150.2 de la Constitución y las disposiciones adicionales que la Carta Magna del estado español y el Estatuto puedan conferir a Euzkadi mayores cotas de autogobierno: “No necesitamos -manifestó el presidente del EBB en su discurso de clausura- hablar de independencias. Todos saben qué somos y cuáles nuestros objetivos”.

Organización, la “estrella”

Si bien en algún momento la espectacular sala de reuniones del balneario guipuzcoano había notado alguna ausencia, en la mañana del domingo registraba un lleno total. Todos los puestos reservados a los representantes estaban cubiertos. Comenzaba el debate de la ponencia organizativa, tal vez, el momento más importante de aquel proceso de reflexión llevado a cabo por el PNV, tras su división en 1986. En el ánimo de todos figuraba la necesidad de conjugar el tradicional sistema asambleario con mecanismos que propiciaran la eficacia política.

La Asamblea General

Tras una clarificación del término “confederalidad”, los representantes adoptaron por unanimidad crear la denominada “Asamblea General” cuyas competencias quedaron delimitadas en “realizar balance de la actuación política durante un determinado período”, “proceder a la reafirmación o reformulación de su proyecto político”, “analizar la organización interna del partido como instrumento para la realización de ese proyecto político. Ratificar, en su caso, con los votos de los dos tercios de la Asamblea General, el acuerdo de modificación de estatutos aprobado previamente por la Asamblea Nacional”, “debatir las propuestas de resolución presentadas, de acuerdo con los cauces estatutarios y reglamentarios, por la afiliación o los órganos del Partido” y “elegir al presidente del Euzkadi Buru Batzar”. Sin embargo, para esta elección solamente tendrían derecho a voto los representantes de la Asamblea Nacional.

Dicha Asamblea General, que se reuniría, inicialmente cada cuatro años, estaría compuesta por representantes de organizadores municipales, elegidos según un sistema proporcional (1, 2 o 3 en función del número de afiliados de la Organización Municipal) y los representantes de la Asamblea Nacional.

Factor corrector en la proporcionalidad

Sin embargo, la polémica surgió a la hora de configurar la representatividad en la Asamblea Nacional. A la entonces estructura -puramente confederal-, la ponencia añadía un factor que intentara equilibrar posibles desfases en la representación. Tras una laboriosa negociación entre las distintas regionales, finalmente se acordó aceptar el aumento del número de representantes, quedando la Asamblea Nacional formada por 15 por cada territorio histórico, un representante por la Junta local de Lapurdi y por cada extraterritorial y otros quince que se repartirían proporcionalmente al número de afiliados por cada territorio. Según esta nueva estructuración, el máximo organismo legislativo del PNV pudiera quedar integrado por 25-26 miembros de Bizkaia, 17-18 de Gipuzkoa, 16 de Araba y Nafarroa y 1 de Lapurdi y 4 de las extraterritoriales.

Cambio en las ejecutivas

El cambio llegó también a la composición de las ejecutivas y de forma significativa al Euzkadi Buru Ba-tzar. Tras la aprobación de la nueva base organizativa, el Consejo Nacional no iba a estar formado por representantes de los consejos regionales, sino que sería elegido directamente por la Asamblea Nacional y serían asimismo miembros de dicha ejecutiva los respectivos presidentes de los consejos regionales.

Incompatibilidades, sin modificación

A pesar de los comentarios periodísticos que indicaban un posible cambio del sistema de incompatibilidades dentro del PNV, este no se produjo, con lo cual la dualidad “cargos internos-cargos públicos” se mantuvo intacta en el Partido Nacionalista Vasco. La posibilidad de una bicefalia (lehendakari-presidente del EBB), piedra de toque durante la crisis de 1986, quedaba desechada de plano.

Consulta a las bases

Otro de los aspectos a destacar de aquella estructuración del PNV fue la regulación de la consulta a las bases en el proceso de tomas de decisiones. Por primera vez en su dilatada historia, el PNV delimitó cuándo resultaba preceptivo la consulta a los bases en la toma de decisiones. Salvo porcentajes de juntas municipales y afiliados, que fueron aceptadas por los miembros de la ponencia, esta fue aprobada unánimemente y al igual que en otras muchas ocasiones la sala central del balneario vio como más de sesenta manos se alzaban para manifestar el apoyo al texto elaborado con anterioridad.

Renovación

Con anterioridad a la celebración de la propia asamblea y durante la misma, determinados medios de comunicación difundieron la posibilidad de las diversas ejecutivas. Así, el Diario Vasco aportaba los nombres de Jon Azua y Joseba Arregi como posibles sucesores de Xabier Arzalluz en la presidencia del Euzkadi Buru Batzar. A estos rumores se sumaba el artículo periodístico de Luis Alberto Aranberri, Amatiño, solicitando cambios “personales” en los órganos directivos nacionalistas. Pero la polémica periodística no pudo empañar el espíritu de tranquilo debate vivido en Zestoa (a pesar de que algún medio reseñara lo contrario). La renovación se entendió, dentro de los ambientes nacionalistas, como una necesidad vital. “La crítica es necesaria. Funciona como el dolor en el cuerpo humano. Atrae la atención hacia lo que no funciona para curarlo”, recordó el lehendakari.

Discurso de Arzalluz

No se oía una mosca. Era la primera vez que Xabier Arzalluz llevaba escrito un discurso. Y lo leyó pausadamente. Sus palabras iban cayendo sobre el terreno abonado de una organización de 92 años que estaba muy consciente que había de recuperar el impulso de hacía diez años. “Quien pierda los nervios -dijo- no es apto para liderar nada”. Apostó por un futuro expectante e indicó que el PNV debía hacer suyo “el símbolo de la lechuza con los ojos abiertos en la oscuridad, porque no hay sombra sin luz”. “Tenemos que recuperar la imagen de seriedad con un debate total, sin miedo a la crítica y con la obligación de ir por el mundo con los ojos abiertos”. Estar en la sociedad de manera continua, trabajar y que se viera, decir lo que se hacía, dar prioridad a las bases, sumar, detectar cualquier problema y tratar de abordarlo con la cabeza fría y en clave positiva y aunque su apelación a San Ignacio con aquello de “en tiempo de desolación, no hacer mudanza”, la mudanza fue muy notable y salió de allí, como un cohete, un partido reforzado y animado. Sobre todo, animado y con esperanza.

Eso ocurrió en 1987. No existía internet. Seguramente se hubiera abordado la utilización de este importante instrumento a la hora de la información y consulta interna. Los retos, como aquel ayer, están ahí y se tuvo el cuidado de hacerlo serena y consensuadamente. Esto fue lo que se hizo y por esta razón, la hormiga se comió al elefante.