LA profesionalidad de Paco Igartua traspasó los ámbitos nacionales de Perú: acudió a Cuba para presenciar la entrada victoriosa de los revolucionarios castristas a La Habana y llegó a lograr estrecha amistad con Fidel Castro, aunque, con su visión futurista de los acontecimientos, en 1961, llegó también a pronosticar el futuro de la revolución porque «Fidel Castro confundía a Cuba con su persona». Posteriormente, cuando fue desterrado a México, entabló relaciones con el presidente Echeverria y su hombre de confianza en cuestiones de prensa, Vicente Lazkuray, que fue «jefe de gudaris en la guerra española. Estas relaciones facilitaron su nombramiento de director del semanario del periódico El Sol, a pesar de que en la sociedad mexicana no estaba bien visto que un extranjero dirigiera un medio de comunicación de un millón de suscriptores. Paco Igartua superó las dificultades y prejuicios iniciales con el logro de colaboraciones de amigos de renombre internacional como García Marquez, Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Alfredo Bryce Echenique, Jorge Edwards, José Donoso, Julio Cortázar, Francisco Miró- Quesada Cantuarias, Mercedes Valdivieso y Luis Alberto Sánchez, además de las oportunidades que tuvo «para conocer a altas personalidades mexicanas», como premios Nobel Alfonso García Robles y Octavio Paz, Carlos Fuentes, el Ministro de Relaciones Castañeda, José Luis Martínez, cronista de la ciudad y exembajador en el Perú, etc. Incluso el director de la cadena El Sol, Benjamín Wog, llegó a proponerle el negocio de la creación de su suplemento continental.
Pero su otro gran Amor era Euskal Herria, y en especial el municipio de Oñate (Gipuzkoa). En sus frecuentes viajes, “fueran –decía- a París o a Moscú, jamás dejaba de llegarse a Oñate, pues todos los caminos del mundo pasaban por su Berótegi”. En sus estancias por estos lares estrechó relaciones con personalidades de los diversos sectores sociales, como José María Arizmendiarrieta, Txillartegi o Juan Celaya, con quien estuvo estudiando la posible publicación de una revista como Cambio-16 para Euskal Herria.
Gracias a personalidades de esta índole de la Diáspora Euskal Herria es más y mejor conocida en el ámbito internacional. Sin duda alguna, Paco Igartua merecería un reconocimiento especial por las Instituciones vascas (Gobierno, Ayuntamiento de Oñati y la UPV, en su ámbito de título propio sobre la Diaspora Vasca).
En esta compleja y complicada sociopolítica de México, y también del Perú, renace en Paco su sueño de crear un proyecto en Euskadi. Mantenía una amistad de años con el gran empresario oinatiarra Juan Celaya, y empezó a recordar en medio de sus soledades aquela visita, “la más entrañable de todas, la de mi amigo íntimo, de Juanito Celaya. […] En esos bravíos tiempos amaba mi carne y programaba hallar lugar en Europa para mi gentil figura. No calculaba, sin embargo, que el hombre propone…y la mujer dispone”.
En viajes anteriores había contactado con familiares en Italia y en Cataluña, por parte de su madre, y posteriormente con los del País Vasco por parte de su padre. Y es aquí donde tuvo vivencias especiales, hasta íntimas, llegando a conocer a los 70 años a un hermano de cuya existencia no tenía información alguna. (Me hado cargo de sus emociones, como las que yo pude vivir en aquella madrugada bonarense con uno de mis hermanos, desarecido durante 25 años). En México conoció a importantes dirigentes de la Colectividad Vasca, e incluso mantuvo encuentros con Juanito Celaya y con quien fuera uno de los fundadores de ETA y afamado lingüista y político José Luis Álvarez Emparazanza, más conocido con el sobrenombre Txillardegi. Pero donde realmente se sentía como en su casa fue en Oñate, entre los familiares de padre; allí conoció el ambiente político Euskal Herria de la época (Celaya, Vicente Ugarte (franquista), Zumalde alias El Cabra (ETA), el padre José María Arizmendiarrieta, fundador del cooperativismo vasco, y allí hizo amistades. Según su propia confesión:
“Prontísimo se integró Francisco en Oñate. Su hermana Mima lo introdujo al grupo de sus amistades: las hermanas Ibarrondo, los Maiztegui, los Letamendi, los Arrásola, las hermanas Mancebo, etc. Pero con quien hizo una estrechísima relación amical fue con Juan Celaya”.
Con Celaya y Andoni Arrieta ideó la creación de una revista para el País Vasco, a semejanza de Cambio-16 para España. Como describe el propio Paco, Juan Celaya se encargaría “de montar la empresa y Andoni Arrieta, de la impresión. Los dos conocían de primera mano mis habilidades como periodista. Arrieta fue un tiempo impresor en Lima – dirigía la imprenta que fundó en el Perú su suegro, D. Santiago Valverde, ardiende buscador de bosques para hacer papel – y ayudó mucho a Caretas en esa época, cuando yo era su director. Y Juanito estaba al tanto de la actualidad peruana por Caretas primero y luego por Oiga que le llegaban regularmente a su casa de Oñate. Ambos sabían con quién trataban y los entusiasmó el proyecto”.
Y a tal fin viajó de México al País Vasco con su familia sin que su mujer tuviera conocimiento de sus propósitos. Pero sus sueños no pasaron de ser tales: en una de los viajes con Juanito, se estropeó su flamante coche y ante los intentos de arreglo de éste, Clemen diagnosticó la causa de la avería, ante lo que Juanito, “cabreado”, se permitió corresponderle con comentarios machistas: para Juanito “las mujeres están hechas para obedecer, para la cocina y para ordenar la casa”, y llegó a dirigirse a Clemen con la respuesta de “y tú, ¿qué sabes de coches”?, ¿para qué te metes?” y a Paco: “Para qué te has casado con una mujer que sabe todo?”. Y allí se truncó el proyecto periodístico vasco de Paco. l
* Exresponsable en el Gobierno vasco de las relaciones con la Diáspora