EER las informaciones sobre la huida de Juan Carlos de Borbón, el ciudadano español que nació en Roma, y fue elegido por el dictador Franco para sucederle y para restaurar la monarquía en España, no deja de producirnos estupefacción. Hay muchas razones por las que no entendemos lo que está ocurriendo ahora en el Reino de España. Puede que sea porque somos vascos que viven en una República que se constituyó tras la lucha contra el Imperio español. Puede que sea porque no entendamos los privilegios políticos devenidos de que presunta procedencia familiar. O puede que sea porque no entendemos que muchos medios de comunicación, o de los representantes del poder legislativo y del poder judicial, sean serviles con alguien que ha «reinado y gobernado» (porque sí ha gobernado, diga lo que diga la Constitución del posfranquismo), gracias a la decisión de un dictador y de sus secuaces.

Pero es que tampoco entendemos la obsesión de ciertos grupos políticos, económicos y mediáticos, en repetir que el «rey emérito se ha exiliado para no hacer más daño a la institución monárquica». Parece que toman por «menores de edad» a los ciudadanos españoles.

Si tomamos las dos principales definiciones que de la palabra exilio aparecen en el diccionario de la RAE (1. m. Separación de una persona de la tierra en que vive. | 2. m. Expatriación, generalmente por motivos políticos), vemos que ninguna de las dos sirve para definir la huida que ha protagonizado el ciudadano Juan Carlos de Borbón para no tener que enfrentarse, desde la cercanía, a las denuncias de se un comisionista, de haber amasado una fortuna a través de mecanismos poco limpios, y de haber escondido ésta de la mirada de las autoridades y de los ciudadanos a los que decía servir.

Exilio es el que vieron los vascos que se enfrentaron a la insurrección franquista y a su régimen. Exilio fue el que vivieron decenas de miles de vascos que tuvieron que marcharse de su patria desde el siglo

XIX por causa de la eliminación de las libertades forales por los regímenes jacobinos español y francés.

Llamar exilio a lo que ha hecho Juan Carlos de Borbón es un insulto a todos ellos y a su memoria. También es un insulto a los vascos asesinados por el régimen franquista, que siguen fuera de su patria, exiliados tras la muerte en el Valle de los Caídos, o en las cunetas de las carreteras. Por favor, usemos las palabras adecuadas, Juan Carlos de Borbón se ha fugado, con el dinero. Podía ser el protagonista de la película de Woody Allen Toma el dinero y corre.