STAMOS en el bicentenario del nacimiento de Iparragirre, autor de la mítica y simbólica canción Gernikako Arbola, cuyo significado para los vascos es esencial. Sabido es que Gernika fue destruida por el simbolismo que tenía para los vascos y por la proclama y expansión de nuestras libertades hacia el mundo. Posiblemente sea una de las canciones que mayor consenso obtenga entre diferentes.

Como muchos saben de mi predilección hacia el bardo de Urretxu y a sus canciones y de mi propensión a Gernikako Arbola como himno de los vascos, hay quienes me han preguntado "tú, que eres seguidor de Iparragirre€ ¿qué te parece la escenificación de Pablo Casado e Inés Arrimadas presentes al son del Gernikako Arbola?

"El que calla otorga", dice el conocido refrán, pero hay quien dice en un tono jocoso popular: "El que calla jode al que habla". Así pues, aunque el silencio es una opción, doy mi opinión de que en el acto bajo el árbol de Gernika no hay ninguna inocencia como tampoco la hay en ninguna puesta en escena de cualquier acto político.

Es evidente que nadie debe patrimonializar ni la canción Gernikako Arbola, ni el euskera, ni Euskadi ni el árbol de Gernika, que es de todos: así como que la libertad de expresión es sagrada. Pero toca decir que el sentir de esta canción no simboliza solamente el resguardo o proclama de los fueros vascos, sino que es la viva expresión de un pueblo en pos de sus libertades, símbolo de fraternidad y hermandad entre los vascos, símbolo de unidad, sí, de esa gran Vasconia que incluye a los navarros pero que nos han querido alejar los que paripeaban pero no cantaban el Gernikako Arbola.

Digámoslo sin reparos: el Gernikako Arbola ha sido el himno de todos los vasconavarros y así fue recogido en la literatura, en los cancioneros y en las partituras durante más de un siglo. Tuvo carácter oficial y, sobre todo, un respaldo popular como pocos pueblos han podido ofrecer a su himno más representativo. El himno se convirtió en la encarnación de los Fueros y de la unidad de Vasconia, de Euskal Herria. Una unidad alejada de toda tentación aislacionista, compatible con una concepción universal y humanista de lo vasco.

"Gernikako Arbola, da bedeinkatua, euskaldunen artean, guztiz maitatua.

Eman da zabal zazu, munduan frutua, adoratzen zaitugu, Arbola Santua".

Si nos remitimos a su historia y su simbolismo, no hay duda de que es amplia y variada, pero suena esperpéntico y raya en lo ridículo que si el autor de Gernikako Arbola abogaba por la unidad de los vascos y concebía Navarra como la cuna del alma vasca, "Laurak batean", los que abogan por esa gran España uniforme tomen el símbolo de lo vasco para hacer de ello un paripé.

"De este canto patriótico creado por un poeta en honor del árbol de las libertades vascas, el pueblo de las siete provincias ha hecho espontáneamente el himno nacional de los vascos", escribió Davant.

Desde su afianzamiento del marco constitucional, ojalá se integraran en la cultura vasca y en el euskera y ojalá comprendieran por efecto de la música algo del espíritu vasco, pero da la impresión de que es puro protocolo y aprovechar la ocasión para la obtención de unos cuantos votos.

La libertad de expresión es sagrada, también el sentimiento es sagrado y mueve montañas. El sentir mayoritario de los vascos es cual es y hay hechos que son eternos, el tiempo vuelve una y otra vez a plantear la realidad y, desde la apertura democrática, la ley habrá de estar al servicio de los ciudadanos y no al revés.

Cuando Iparragirre acuñó a mediados del siglo XIX su Gernikako Arbola, dio nombre y sentido a algo que estaba en el corazón de las personas; cuando Sabino Arana teorizó y dio forma y contenido al nacionalismo, era reflejo de lo que vivía. Cuando Picasso pintó el Guernica, hizo arte de la angustia que allí se vivió.

A decir verdad, casi nada se inventa, todo viene por un sentir, por un vivir y por una necesidad de plasmar lo que se vive: es la razón del sentimiento. Somos lo que sentimos y es lo que nos mueve. Y desde ese sentir muchas son las poesías, canciones que hacen referencia a la tierra, al sentir topográfico. En este caso a Eusko lurra, Euskal Herria, canciones que perduran y que almacenamos en la memoria, como el Gernikako Arbola. Y desde se sentir, me reafirmo en afianzar y expandir nuestra cultura y aplico aquello que hace ya mucho plasmara nuestro bardo Iparragirre: "Eman ta zabal zazu munduan fruitua" ("Esparce tu fruto por el mundo").

* Músico