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Mario Onaindia y otros presos de ETA

Mario Onaindia y otros presos de ETAEFE

MUCHOS conocemos, a grandes rasgos, la biografía de Mario Onaindia: abertzale, activista de ETA, condenado con doble pena de muerte en el proceso de Burgos, salido de la cárcel por la amnistía, fundador de Euskadiko Ezkerra y que termina en las filas del PSE.

Además, Mario Onaindia fue un teórico marxista, defensor de la lucha de clases en Euskadi (léase su libro La lucha de clases en Euskadi en Arnasa nº 7.). Mario empuñó la pistola y de una forma directa o indirecta intervino en un asesinato. Pero una vez que abandonó el abertzalismo y se afilió al PSE, la progresía españolista le convirtió en un adalid de las libertades y en un abanderado del constitucionalismo español.

Actualmente hay presos de ETA que desde hace diez años o menos fueron expulsados o autoexcluidos de ETA por rechazar la lucha armada. Han dado y dan suficientes pruebas en la cárcel de respetar todos los derechos de todas las personas.

Estos quieren participar y participan en la medida que les permite su situación en la pacificación y reconciliación de nuestro pueblo. Estoy convencido que serían unos agentes muy valiosos para trabajar en este sentido en nuestros pueblos. Están cumpliendo la ley penitenciaria.

¿Por qué no se aplica?

Si a Mario y otros muchos de los político-militaresde aquella época se les concedió la libertad, ¿por qué a estos no se les aplica la misma o parecida medida? ¿Qué diferencia hay? ¿No basta la renuncia y el arrepentimiento? Estoy seguro de que si se les permitiera lo que a Mario, todos saldríamos ganando.

No me resisto a copiar un párrafo maravilloso que Joxe Arregi escribió en este mismo diario el 20 de noviembre de este año, hace apenas quince días. "Creo en la paz de la justicia. La paz es el fruto de la justicia. Pero no creo en la justicia del castigo y de la venganza, sino en la justicia que busca a dar a cada uno -primero a la víctima, pero también al victimario- aquello que necesita para vivir y ser mejor en paz. Creo en la justicia empeñada no en que el delincuente expíe, sino en que se humanice. Creo en la justicia interesada no por dictaminar acerca de la culpa, sino por promover la responsabilidad que transforma. Creo en la justicia inspirada por este sencillo y elemental criterio, la regla de oro de toda conducta justa: Trata a tu prójimo como querrías ser tratado por él. Ponte en el lugar de la víctima, ponte también en el lugar del encarcelado".

El prójimo

Un dirigente de ETA, todavía preso en la cárcel, pero ya desvinculado totalmente de la organización, escribió en euskera un precioso libro sobre Etica y lo termina con la frase arriba citada: "Trata a tu prójimo como querrías ser tratado por él".

No es un consejo nuevo, ni desconocido, para nadie, aunque especialmente nos suene mucho a los cristianos, a quienes nos definimos cristianos. ¿Sería mucho pedir a los políticos y jueces que se manifiestan cristianos, que procurasen llevar a la práctica el consejo también en el caso de las personas citadas al inicio de este escrito?