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Rojo sobre blanco

Tranquilidad y buenos...

La pujanza de octubre a diciembre existió, no es una invención; se ganaba bien o por el favor de la inercia, baza que distingue a los mejores

Tranquilidad y buenos...Borja Guerrero

La situación clasificatoria del Athletic no se ha visto afectada negativamente por los resultados del fin de semana. Entre sus perseguidores solo ganaron Rayo y Betis, que continúan a bastante distancia, mientras que Mallorca, Girona y Real pincharon. El punto logrado ante el Leganés sirve para mantener a raya a Villarreal y Osasuna, que también empataron. Por tanto, la aspiración a plaza continental permanece intacta, parafraseando a Ernesto Valverde: un punto más, una jornada menos.

Si el contexto no se ha resentido, quizá tampoco venga a cuento incidir en la incapacidad del equipo para sacar provecho del cerrojazo que propuso el Leganés. El déficit de inspiración, precisión y puntería que presidió el clásico ataque desaforado de los rojiblancos ante su afición fue evidente. Tanto como el gran rendimiento del adversario, que no se anduvo en chiquitas para poner mil y una pegas en la faceta que mejor domina. A cada cual se le debe reconocer el mérito de su labor: no se recuerdan errores tácticos ni debilidad en las disputas de los hombres de Borja Jiménez. Así se entiende que Dmitrovic, pese al bombardeo de pelotas a su área, únicamente realizase una parada comprometida, en un cabezazo a bocajarro de Berenguer.

Los problemas del Athletic para rentabilizar sus afanes ofensivos no son exclusivos del pasado domingo. Vienen manifestándose de antes. Iñaki Williams hablaba de espesura para describir el quiero y no puedo que interpretó el grupo. Contra el Leganés, hasta él, probablemente el valor más sólido de la plantilla en la asignatura del gol, padeció el abandono de las musas del fútbol, esas que han adoptado una postura intransigente y generado una especie de enemistad sin medias tintas con su hermano o con Guruzeta.

Las aportaciones de esta pareja, por inexistentes, están lastrando una producción indispensable en el fútbol de un conjunto que vive cada compromiso como un examen de su voracidad en ataque. Si a ello se añade la prolongada indisponibilidad de la pieza que ilumina y acelera las transiciones hacia la portería, nada de lo que ha ocurrido en el mes de enero puede sorprender en exceso.

Y falta por nombrar a Galarreta, víctima de contratiempos musculares que remiten a lo que ya le tocó pasar un año atrás. Entonces, como ahora, entraba y salía del once porque acusaba el despliegue que exige ser centrocampista en este equipo. Un nivel superior al de sus obligaciones en otros destinos.

Volviendo al presente, empatar en San Mamés con un Leganés acorazado no es motivo para rasgarse las vestiduras, ni acumular una racha de reveses debiera alentar el alarmismo. Dejando a un lado la pifia de la Copa, que acaso se haya asumido con una generosidad excesiva, incluso desconcertante (no en vano, se trataba de la defensa de un título que se tardó cuatro décadas en conquistar), el panorama aconseja analizar los últimos acontecimientos con serenidad. Como suele decirse cuando vienen mal dadas y parece que de repente el hechizo se difumina, con perspectiva.

Hoy, el equipo ocupa un puesto de privilegio en la liga; goza además de un colchón considerable para refrendarlo en mayo. Y se halla a noventa minutos de apuntarse un éxito parcial, pero extraordinario, que desborda las expectativas de inicio de temporada, en la Europa League. Hacer esta lectura es aplicar lo de la perspectiva que mencionábamos, a modo de antídoto contra el desánimo, las dudas, los temores.

A ver, es posible que la pujanza de octubre, noviembre y diciembre se salga de la normalidad, pero existió, no es una invención. Se ganaba bien o simplemente se ganaba por el favor de la inercia, esa baza que distingue a los mejores. Ese período impecable demuestra hasta qué punto el Athletic posee propuesta y mimbres para manejarse con holgura en la competición. Ese período le ha permitido creérselo, así como establecer las bases para encaminarse hacia un final de campaña feliz.

Los aspectos mencionados más arriba (estados de forma o físicos) que hoy están lastrando el rendimiento son inconvenientes reversibles. Hay jugadores que, más pronto que tarde, volverán a coger el hilo extraviado y los hay que irán integrándose en los ritmos combativos que marcan el estilo del colectivo. Confiar en que así será no es una prueba de fe, basta con apelar al crédito que el Athletic ha amasado con su funcionamiento en el último año y medio.