El tercer paréntesis en el calendario de los clubes desemboca en el derbi con la Real Sociedad, primer compromiso de una lista de ocho concentrados en menos de un mes. Catalogar de aperitivo un partido que encierra tanto significado no parece lo más adecuado. La visita del conjunto guipuzcoano supera ampliamente el valor propio de un vino acompañado de una tapa; supone meterse de lleno en la comida, en la rutina de la que se nutren el cuerpo y el espíritu.

Vísperas del derbi

El Athletic inicia este nuevo tramo frente a un rival de cuidado, lo dice la clasificación, donde a la chita callando ha ido recortando distancias para colocarse muy cerca, a dos puntos nada más. Lo confirma asimismo su último resultado y la forma en que funcionó para derrotar al Barcelona, el equipo más fiable y brillante de la categoría. En ese partido la Real sacó una versión sorprendente en aspectos clave como dinamismo, agresividad y convicción. Ofreció un nivel que previamente apenas había asomado. Su imagen, que recordó a la Real de años anteriores, sirve de advertencia de cara a este domingo.

Será entonces cuando se compruebe si lo presenciado en Anoeta es o no flor de un día. Claro que en ello el Athletic tendrá mucho que decir. De algún modo, los de Imanol Alguacil vienen describiendo una trayectoria inversa a la protagonizada por los de Ernesto Valverde. Al menos, en lo que a la liga concierne, se observa cómo unos han ido en ascenso, mientras los otros experimentan cierto estancamiento.

Si se computan todos los frentes, podría afirmarse que el rendimiento Athletic está siendo superior. La mayor diferencia se concentra en la Europa League, pero resulta innegable que en el torneo de la regularidad los balances tienden a equilibrarse de un tiempo a esta parte. La satisfacción que transmiten el entrenador y los jugadores rojiblancos merece ser matizada cuando resulta que, desde la visita al Olímpico de Roma, los marcadores acumulados en la liga han sido una victoria, una derrota y cuatro empates. Siete puntos sumados sobre dieciocho posibles.

Así expuesto, sin profundizar demasiado ni bajar al detalle de lo ocurrido en tal o cual fecha, cabe concluir que el trajín derivado de gestionar una agenda más densa de lo habitual se deja sentir. Hablamos del reflejo práctico de la falta de hábito de la plantilla combinado con las circunstancias inherentes a la competición: desgaste, lesiones, diseño de alineaciones… Es evidente que el Athletic, a diferencia de la Real, se halla en un proceso de adaptación a una realidad que le exige más de lo que dio a lo largo de la campaña precedente, cuando alcanzó sus mejores registros desde la 2016-17.

Antes del verano, Valverde optimizó el potencial del grupo, entre otras razones, porque dispuso de muchas semanas limpias para que el personal pudiese recuperarse de los esfuerzos y, además, entrenar con fundamento. Ahora, esos márgenes para llevar a cabo un trabajo provechoso y tener al personal fresco, se han reducido drásticamente. Desde agosto, las labores orientadas a preservar el físico de los jugadores, algo fundamental por el grado de intensidad que distingue a la propuesta futbolística del Athletic, y las posibilidades de incidir en la evolución del juego, se concentran en las quincenas reservadas a las selecciones. Si bien, toca apechugar con la ausencia de los internacionales.

En este tema concreto, la verdad es que el perjuicio para el Athletic no es comparable al que sufre la Real: Valverde cuenta con el grueso del plantel para efectuar sus sesiones, mientras Imanol se queda en cuadro y debe reclutar a la mitad de su filial. Un factor a considerar el domingo.