Sin dramatizar, pero de sus actuaciones en octubre se deduce que el Athletic no atraviesa un buen momento. Tras un comienzo de temporada un tanto flojo, dio la impresión de que se entonaba y resurgía el equipo convencido de sus fortalezas tal elogiado por la afición antes del verano. En septiembre ascendió a la zona noble de la clasificación, marcaba goles con facilidad y se interpretó que aquella inercia se convertiría en pauta a seguir. Encima, el personal sonreía viendo como un reparto de minutos más generoso en la plantilla, lejos de suponer una limitación, ejercía de impulso.

El asentamiento coincidió con el debut en la Europa League, donde tras las dos primeras jornadas ya estaba bien colocado. En vísperas de acceder a noviembre, si se echa la vista atrás, resulta que el Athletic continúa sumando, pero juega peor y lo pasa bastante mal en el campo. Tardó demasiado en vencer la resistencia de los pipiolos del AZ Alkmaar y, seguido, firmó una derrota inolvidable en Montilivi. Luego, respiró aliviado, pudo resarcirse a costa de un Espanyol penoso al que goleó sin despeinarse. A continuación, fue ampliamente superado por la intensidad del Slavia de Praga, sin abonar factura alguna, y queda por citar el empate sin goles frente a un Mallorca que permaneció casi ochenta minutos en inferioridad.

Este somero repaso describe un descenso en las prestaciones que, como se ha indicado, no ha tenido consecuencias graves. Hoy disfruta de una posición de privilegio en el torneo continental que, a efectos prácticos, equivale a un salvoconducto para acceder a la siguiente fase, a nada que cumpla en los cruces más asequibles que tiene pendientes. Y en LaLiga, no se ha movido del quinto puesto, el mismo que ostentaba a finales de septiembre. Con la diferencia de que ahora se le han subido a la chepa tres equipos, Betis (llega el domingo a San Mamés), Osasuna y Mallorca. Tampoco están lejos Rayo y Sevilla, al igual que Villarreal y Atlético de Madrid por arriba.

Se ha ido gestando un apelotonamiento en unos márgenes mínimos, augurio de dura pelea en semanas venideras. Esto ha sido posible porque el Athletic ha dejado de recaudar cinco puntos en Girona y Mallorca, donde malgastó situaciones objetivamente muy ventajosas. En ambas salidas el mayor impedimento para ganar se localizó en el remate y la creación. Normalmente, esta segunda faceta condiciona la primera, como se puso de manifiesto en Son Moix. Para lo de los penaltis sencillamente no existe atenuante, por más que dentro intentasen quitarle hierro.

Aunque sea fútbol-ficción, mejor no imaginar qué hubiese sucedido este lunes si Muriqi marca en el minuto dos, aunque el resto de los acontecimientos, expulsión de Samu Costa incluida, hubiese tenido lugar. No se olvide que Julen Agirrezabala, sometido a juicio sumarísimo por un error cometido ante el Sevilla que derivó en la resta de dos puntos, brilló contra el Slavia y sobresalió asimismo en Roma. Pero el listón de la exigencia oscila en función de la identidad del profesional. Esta realidad rige en todas partes, el Athletic no es una excepción.

Las diferencias de trato constituyen un elemento imposible de eludir. Es lo de caer en gracia o ser gracioso aplicado al fútbol, terreno abonado para clasificar por preferencias, gustos, simpatías, no diremos filias y fobias porque el tremendismo tiene mal encaje en el singular hábitat del Athletic. No obstante, en ocasiones se cometen injusticias, aunque sea de forma inconsciente. Hay jugadores más expuestos a la crítica o la desconsideración, como los hay que gozan de un crédito excesivo o se benefician de la indulgencia con asiduidad.

Gorosabel, por ejemplo, lleva incorporada una lupa que no se quita de encima. Acaba de ingresar en el club y se le regatea hasta el plazo de adaptación que cualquiera merece. Se ubica en una demarcación con muchos candidatos y uno, De Marcos, al margen de ser uno de los favoritos del público por trayectoria y personalidad, le antecede en la pizarra del técnico. Aquí no hay discusión, pero el recién llegado está cumpliendo. A veces se ha desenvuelto en un nivel discreto o tenido una tarde menos feliz, pero en dos o tres partidos ha sacado nota. En fin, que en un muy corto espacio de tiempo ha demostrado ser un refuerzo interesante.