La ilusionada apuesta vivida hace ya cinco años en Catalunya con una masiva convergencia y compromiso compartido por la mayoría de la sociedad catalana, con la esperanza de transitar hacia nuevas formas de organización político-administrativa, generar un nuevo modelo de relación con el Estado y propiciar un espacio vanguardista en el seno de una Europa necesitada de nuevas voces, apuestas y gobernanza, acordes con un sentido de identidad y pertenencia propio, ejercido de forma democrática, se ha visto emborronada por las tristes imágenes del pasado fin de semana. La desgastada trayectoria compartida se ha convertido en desaliento y desunión. En este marco, sin duda coyuntural, parecerían haber desaparecido las extraordinarias fortalezas de Catalunya y la sociedad catalana. La percepción actual, acentuada estos días no solamente llevaría a pensar que todo intento de abordar procesos de transformación deseados resultarían imposibles ante un veto legal o de facto cuasi permanente, además de proyectar una “psicología derrotista” respecto de las posibilidades potenciales de un futuro exitoso en términos de prosperidad y bienestar. Así, las dificultades existentes hoy, impedirían nuevas apuestas futuras.

Camino al futuro. Ilusión tras un propósito motivador y posible

No obstante, la realidad se impone y una muestra de su enorme potencial (presente y futuro), ha tenido una pequeña pero significativa muestra, también, en estos días. La celebración del encuentro BNEW 2022 en Barcelona reuniendo a más de 12.000 participantes y 400 empresas de 145 países, expertos locales e internacionales, iniciativas, proyectos y reflexiones en torno a siete temáticas específicas, interrelacionadas y base de lo que algunos llamarían la “Nueva Economía” (¿Cuántas veces, a lo largo del tiempo, venimos usando este término sin saber exactamente si se trata de una nueva economía, o la misma vieja economía con el acento en determinadas tecnologías, ritmos o modelos de negocio y empresa, o espacios disruptivos por venir?). BNEW, ha pretendido acoger e impulsar una serie de elementos correlacionados que, de una u otra forma, marcarán el futuro (por supuesto, de Catalunya y del mundo). ¿Se trata de un avance hacia las ferias o congresos del futuro o es mucho más que eso, provocando encuentros híbridos entre diversos actores de una economía-sociedad del mañana? ¿Qué tan lejos de hoy están sus desarrollos y aplicaciones reales, o ya estamos inmersos en ellos? ¿Asistimos a una imagen efímera o trasluce solidez y bases de futuro?

Elegidas la industria digital, la movilidad, la sostenibilidad y el “Real Estate” tanto en la reconfiguración del territorio, como del uso del suelo y las ciudades del futuro, contrasta su análisis con las inversiones, el talento y “las experiencias de vida y profesionales” que habrían de condicionarlos y/o hacerlos posible.

Espacios temáticos avanzados por un gran “universo” de elementos transversales presentes en todos ellos: la innovación (realidad, permanente, del 100% de procesos, actividades, industrias, modelos de negocio preexistentes, con la idea esencial de que “todo es negociable”), el complejo y variado mundo del emprendimiento, el venture capital y start ups (que en gran medida ocultan el mensaje claro y contundente de la importancia esencial de la empresa-empresario, pareciendo transmitir que lo relevante es emprender en pequeño y que el crecimiento y desarrollo exitoso de un proyecto conlleva “mancha social”) y la extraordinaria importancia del espacio físico (en el que las personas interactuamos, compartimos conocimiento, experiencias, aprendemos, enseñamos, convivimos y coopetimos, también), traducido o alojado en el DFactory. (Con este evento, BNEW presenta su “nueva” DFactory integradora de empresas y actividades relacionadas con el 3D, la realidad virtual, la ciber seguridad, la inteligencia artificial, la robótica, la sensórica, la manufactura avanzada… pilares destacados de las llamadas tecnologías exponenciales). Todo un mundo interrelacionado conformando sucesivas cadenas de ecosistemas. En definitiva, clusterización intensiva de economías-territorios orientados en torno a proyectos empresariales, sociales y de país. Sin duda, para muestra un botón, el tejido económico y social de Catalunya es una realidad incuestionable y, en consecuencia, fortaleza sobre la que seguir avanzando y construyendo futuro. De una u otra forma, iniciativas similares (o al menos sobre el papel) se extienden a lo largo del mundo.

Es precisamente este último punto aquí señalado el que habrá de marcar la diferencia. Identificar las áreas de futuro, las capacidades y recursos necesarios para el desarrollo económico y prosperidad de una sociedad resulta imprescindible. Sin embargo, la esencia radica en el propósito que lo motive y mueva, traducido en términos de visión y propuestas estratégicas, el uso que se dé a los mismos, su uso real y temporal, su aplicabilidad y prioridades en el medio y, sobre todo, largo plazo, y el carácter de inclusividad que aporte. Tecnologías, inversiones, empresas resultan imprescindibles, si bien sus impactos serán positivos o negativos en la sociedad en función de su verdadero propósito, del compromiso real con el bien social y común buscado, con su adecuación a las motivaciones, expectativas, deseos y compromisos de la sociedad, y por supuesto, a las capacidades reales de los actores que habrían de hacerlos posible.

De la misma manera que podemos poner el foco (coincidente por las fechas en Catalunya), resulta de aplicación extensiva y “personalizada” a todo el mundo. ¿Qué quieren o queremos las diferentes Sociedades? ¿Cómo nos sentimos respecto del mundo que vivimos y en qué medida nos posicionamos y comprometemos con propuestas de futuro? Cada Sociedad, cada país, cada uno de nosotros, cada colectivo seguimos un camino y rumbo diferenciado.

Hoy, inmersos en un escenario más que incierto, preocupados por una dinámica compleja que parecería encadenarse hacia un mundo hostil escasamente apetecible necesitamos un canto a la ilusión creíble.

Una sociedad que, por ejemplo, atendiendo a un reciente informe de la serie Catalyst 2030 (World Economic Forum), “The People’s Reality -La realidad de la gente”, recogiendo las respuestas de 17.000 jóvenes, a lo largo del mundo, a la pregunta ¿Cuál es tu historia?, en la que transmiten su estado de ánimo y preocupaciones del momento nos ofrece un tipo de preocupaciones que, en términos generales, parecerían generalizarse y que suponen desafíos de largo alcance que nos retan a todos: “vivimos una emergencia climática y no vemos claro cómo se salvaría el planeta a la vez que se convive con la realidad actual”, “en un mundo de abundancia, el hambre y la pobreza persisten para una inmensa población (42% en África, 24% India, 14% USA, 14% Europa…)”, “existe un enorme y creciente sentimiento de desconfianza (en gobiernos, medios de comunicación y autoridades)”, “la COVID nos ha pasado una enorme factura difícilmente recuperable”, “salud mental y bienestar son los nuevos síntomas negativos que parecen acompañarnos” y “tenemos miedo al futuro”… ¿De qué forma convertimos estos problemas y desafíos en líneas de solución sobre las que intervenir y construir un mundo mejor?

Nuevamente, reclamos de propósito y estrategia para ganar el futuro.

Esta misma semana, en el marco del programa “Determinal Leadership in a changing world” (Liderazgo en un mundo cambiante) de la iniciativa Shared Value (Creación de Valor compartido empresa-sociedad), que dirige el profesor Mike Kramer, tuve la oportunidad de participar de un interesantísimo diálogo con Francesco Starace CEO de la empresa ENEL, líder mundial en Energías Renovables. Explicaba el éxito de su proceso transformador en la centenaria compañía eléctrica que dirige. Su triple apuesta Innovability for Society (Innovación y sostenibilidad), Open Energy for Society (Energía Abierta para la Sociedad), interactuando con todos los actores de sus diferentes Cadenas de Valor y Suministros) y Purpose for Shared Value (el propósito para crear valor compartido con terceros y la comunidad) guían su proceso transformador (desde una base industrial soportada en recursos fósiles, a la descarbonización total, en los plazos establecidos por los reguladores y acuerdos de París). Proceso en favor de las energías renovables, la electrificación (gran oportunidad cuando aún más de 1.500 millones de personas no tienen acceso a ella), que ha supuesto (y supone) desmantelar empresas, unidades productivas, reorientar capacidades y fortalezas de su enorme plantilla de profesionales, con el consiguiente reciclaje, plan de formación, propuestas de compensación y condiciones económicas y sociales, reconfiguración local y regional de cadenas de suministro, clusterizar sus actividades centrando el protagonismo en el universo de proveedores y terceros, nuevas modalidades de coopetencia público-privada, el motor innovador de la “Economía Circular”, lo que obliga a una verdadera redefinición de su propósito (real) y contemplar, como variable esencial en toda su estrategia: el tiempo. Aconsejaba preguntarse: ¿Cuánto tiempo esperas estar en tu negocio o actividad como empresa? La respuesta ha de marcar tu estrategia. Decía: “Si es evidente la apuesta por la descarbonización y esta es un compromiso con fecha fija, no podemos estar aquí, haciendo lo mismo en este momento”. “A partir de allí, todo viene guiado en este compromiso”. El largo plazo, imprescindible para hablar y contemplar el futuro, exige decisiones y actuaciones inmediatas, medibles, motivadoras que satisfagan las demandas de la gente. Eso sí, el tiempo no solo es un referente en el horizonte lejano sino un modulador de los ritmos y velocidades de los pasos y secuencias por acometer. La insistente frase, “no dejemos a nadie atrás”, no puede ser tan solo un reclamo o slogan publicitario. Son muchas las transmisiones que tenemos por delante, demasiados los cambios y reorientaciones a incorporar, múltiples los nuevos roles, actitudes, capacidades que todos hemos de experimentar (personas, empresas, gobiernos…)

Así, la interrupción temporal de la ilusión por un determinado camino, conscientes de que el futuro será irreversible y el proceso emprendido, con los ajustes imprescindibles, se construirá paso a paso, en múltiples espacios y tiempos si se mantiene un propósito y una estrategia adecuada y coherente con el fin buscado. La apuesta señalada de Barcelona –como en otros muchos sitios– señala un camino a recorrer visualizando un nuevo mundo más allá de la tecnología, de los contratiempos del momento y de la complejidad de los procesos y su gobernanza. Las empresas y su interacción público-privada y con sus diferentes ecosistemas resultan “inevitables” (imprescindibles) y, sobre todo, el logro dependerá de acometer un propósito-estrategia compartido, empresa-sociedad, respondiendo a los desafíos (reales o percibidos) de la sociedad. Sin duda, la adversidad y desánimo han de dar paso a la ilusión activa hacia nuevos rumbos con la recompensa de un futuro mejor.