Después de lo del miércoles es difícil ser optimista, pero hay que serlo. El Athletic, superado en todas las líneas y zarandeado por el Real Madrid, tiene que levantarse como lo ha hecho en infinidad de ocasiones y desde su casa, San Mamés, volver a cargarse de optimismo y confianza. Para mal o para bien, hay partido grande otra vez, y que mejor medicina que una victoria ante los colchoneros. Independientemente de las sensaciones y de los resultados, la reacción es posible, no será fácil, pero hay que seguir manteniendo la confianza.

Ernesto Valverde y el equipo lo están pasando mal, estaban mal acostumbrados. Algunos ya sabían lo que era sufrir derrotas como ante los de Xabi Alonso o similares, otros no. Cuesta ver al equipo fuera de sitio, con la sensación de correr para todos los lados sin llegar a nada y sacando del centro del campo porque los de enfrente han marcado. Son imágenes que recientemente no eran habituales, pero que últimamente son muy comunes. Perder no era el pan nuestro de cada día y ahora, en LaLiga, ya se han perdido siete de los quince partidos jugados.

Frustración

Más allá del esfuerzo descomunal del equipo, la falta de juego y el momento de algunos futbolistas, amén de las lesiones, este Athletic no es ni la sombra del que disfrutamos el curso pasado. Los jugadores no alcanzan los objetivos y se empieza a percibir cierta frustración. La gestualidad durante los partidos es muy visible y las preguntas en sus cabezas se amontonan con el fin de encontrar la solución al problema. Hasta a Valverde se le puede percibir superado y contrariado en algunas fases de los encuentros y, posteriormente, en las ruedas de prensa. Es normal, las cosas no salen y el máximo responsable siempre es el entrenador.

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No queda otra que mirar hacia adelante y pensar en positivo. La batalla está servida y esto no para. Cierto es que lo caprichoso del calendario ha situado tres partidos ante rivales top de Europa en siete días y hay que capear el temporal de la mejor manera posible. Más allá de los resultados, que siempre son importantes, aunque ante estos rivales menos, hay que rearmarse y volver a las buenas sensaciones, al orden y regularidad de un equipo que, si algo demuestra, es que si cae alza la cabeza y vuelve a ilusionar a una afición que siempre está ahí. Es momento de hacerlo, Simeone y su tropa esperan. ¡A por ellos!