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Erredakziotik

Olga Sáez

Jefa de contenidos de Lurraldea

Las vidas de un libro

Hace unos años una muy buena amiga me pidió que le ayudara a encontrar un libro que tuvo en la infancia pero que acabó perdiendo. El título era Hombrecitos. Ella miraría en las librerías de Donostia y yo haría lo mismo en Bilbao. Conozco alguna que incluso se dedica a buscar libros antiguos. Sin embargo, ninguna de las dos tuvimos éxito. Ahí se quedó la búsqueda, pero unas navidades volví a intentarlo. Se me ocurrió hacer un llamamiento a través de Google y por suerte me escribieron desde Argentina. Era un señor que tenía el libro y que había sentido curiosidad por la situación. Contactó conmigo y se ofreció a enviármelo sin ningún coste. Le dije que al menos me ocupaba yo de los gastos del envío, pero me dijo que lo único que quería es que el libro llegara a mi amiga y que la amistad continuara. Así fue. Años después me ha ocurrido algo parecido. Buscaba un libro que hace años escribieron algunos compañeros con el fin de hacer un regalo. La edición está agotada así que en principio lo veía difícil. Sin embargo, y por esas casualidades de la vida y hablando de este tema, un amigo que fue alumno de estos periodistas escritores, guardaba en su casa un ejemplar. Era la época de las batallas en el Euskalduna y el libro recoge el testimonio, relato y análisis de la situación de la profesión periodística en el Estado en aquella época, allá por 1976. Ya tengo el libro. Los libros están vivos, aparte de la historia que sustentan en sus páginas, tienen otras mil historias sin contar.