Solo le faltó reeditar el “¡qué viva el vino!” del predecesor de su antecesor. Ataviado con un traje propio de la escuela de Hogwarts, cual Harry Potter pero sin magia alguna y mucho más parecido a Lord Voldemort, Feijóo apeló a tomarse un Alvariño a la salud de quienes no disfrutarán de esas vacaciones estivales que, dice él, están “sobrevaloradas”. Una reflexión que había lanzado días antes sin recordar a quienes, por ejemplo, se ven obligados a arremangarse también en verano para cuadrar cuentas, o a aquellos cientos de miles de ciudadanos para los que hacer las maletas no es precisamente coger un avión, algo que rellenan cada año en la carta a los Reyes a sabiendas de que es un sueño que no está a su alcance. Pero para el presunto próximo presidente español –según las encuestas–, su soflama fue producto del “sentido del humor” del que parecemos carecer los que no les reímos el salero a quienes podrían darse la vuelta al mundo con sus emolumentos. En verdad su ironía no esconde más que ribetes de clasismo y una absoluta desconexión con la realidad. Porque en el planeta Génova te montan un cisma si tienes la (errónea) ocurrencia de dar carpetazo a una comparencia justificando que “son las cinco y aún no he comido”, pero te tachan de soso si no captas sus sarcasmos. La ley del embudo sin tener puñetera gracia. “La varita elige al mago”, decía Potter. Confiemos en que no sea un chistoso.