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Mesa de redacción

Igor Santamaría

Un cartel desafinado

"Para disfrutar de algo más que de cantantes que parecen tener tarifa plana en nuestras fiestas, estamos abocados a rascarnos el bolsillo y a confiar en las salas"

Un cartel desafinadoB.U.

Entre la venta ambulante que, además de poner en peligro la salud, te impide avanzar dos metros por el recinto, los manguis de lo ajeno e insanas conductas que algunos practican para divertirse, me propuse arrojar Aste Nagusia al capítulo de actividades cesantes. Solo dejé la puerta entreabierta a que me echara de casa alguna melodía que desenfrenara mis emociones (como LODVG en 2022) pero, al final, mi agenda quedará libre.

Uno no es de gustos musicales bizarros, estridentes, alternativos o, como dicen ahora, indies. Excepto por el denbow y géneros adyacentes, mis oídos recepcionan casi todo. Desde el pop electrónico al schlager de turno, desde la balada tradicional al meloso glam rock... Pero tampoco es cuestión de comprar cualquier burra/o. Desvelados los conciertos, destilan escasa imaginación y cero atracción, con todo el respeto a los artistas, de los que no pongo en duda la profesionalidad (de la mayoría), y a los responsables del cartel.

Cuando reina la unanimidad en el ambiente, será que mi percepción no anda distorsionada. Que si son gratuitos (...), que si van multitudes, que si las giras, que si el caché, que si venimos de celebrar el festival de festivales (quizá ahí haya una razón)...

Lo cierto es que para disfrutar de algo más que de cantantes que parecen tener tarifa plana en nuestras fiestas, estamos abocados a rascarnos ( y mucho) el bolsillo durante el año y a confiar en las salas. Un cante.