Como amante de los animales y amatxu perruna, no puedo evitar emocionarme ante una iniciativa pionera que se ha puesto en marcha en el hospital de Txagorritxu de Gasteiz: los pacientes ingresados pueden recibir la visita de sus perros. Cuando estamos hospitalizados nos sentimos vulnerables. En esos momentos, más que nunca, necesitamos afecto y también el cariño de un animal que nos quiere sin condiciones. Solo quien ha tenido perro entiende lo que significa ese vínculo. Recuerdo aquella semana que estuve ingresada y vi a Ikatz, mi perro, desde la ventana de mi habitación. No pude abrazarlo, pero solo su presencia, aunque fuera en la distancia, me dio un chute de ánimo. Por eso sé lo que esta iniciativa puede significar para muchas personas. Eso sí, para que funcione es imprescindible establecer un protocolo claro. No podemos olvidar que estamos en un hospital y que hay personas a las que no les gustan los animales, y merecen respeto. Los perros deberán estar bien educados, tener sus vacunas al día y cumplir con todas las condiciones necesarias para garantizar el bienestar de todos. Ojalá esta experiencia se extienda a hospitales de Bizkaia y Gipuzkoa. Porque el afecto de un perro es una vitamina poderosa, de esas que no se compran en la farmacia. Aplaudo esta decisión. Porque a veces, lo que más necesitamos no es una pastilla, sino una caricia o un lametón.