LO que sabemos a día de hoy de la Conference League es que es toda una incógnita. Es un paquete sorpresa envuelto en papel de estraza que además no sabes si es para ti. No se sabe quién juega la competición o, aprovecho para abrir el debate, si es un título de los de sacar la gabarra a pasear o es una Supercopa cualquiera. ¿Da excusas a la afición para viajar por Europa? Sí. ¿Entrará más dinero en las arcas de un equipo obligado a pagar en doblones de oro a su plantilla por aquello de la idiosincrasia? Se supone. Ocurre que después de vivir con ilusión la posibilidad de regresar a las competiciones europeas, hay que recordar que antes del Mundial íbamos a pelear por Champions, tras varios años de sequía, hay un runrún desconcertante en el entorno mediático: con estos jugadores no llega para jugar tres competiciones. De pronto, la posibilidad de ocupar la plaza de Osasuna, digno merecedor del premio, es un regalo envenenado que conduce directamente al sufrimiento de luchar por la permanencia. Ocurre que hace un par de meses, cuando se confirmó que el equipo rojillo nos ganaba al esprint la séptima plaza, pensé automáticamente que era un candidato al descenso la próxima temporada por los mismos motivos. Pero si repasamos los duelos entre Athletic y Osasuna del año pasado, incluida la Copa, yo no diría que jugaron mejor. La clave de su éxito fue la actitud y ahí tenemos margen de mejora con dos y con tres competiciones.