Fue ver el otro día a Borja Sémper descalzo sobre la arena artificial, con su chino enseñando los tobillos, y su camisa remangada, y desempolvar al ex guaperas que abandonó el PP por el acercamiento de Casado a la extrema derecha. Aquel que, harto de la política de trincheras, decidió regresar a la primera línea del partido ¡qué casualidad! justo cuando gobierna con Vox. O sea liberal, pero no mucho. Pero a lo que íbamos, fue brutal ese discursito que dio desde una pista de vóley playa con sombrillas azules y con un croma de un mar de fondo. Primero una playa digital, y luego un decorado de cartón piedra. Y con esa credibilidad, ¿quieren ustedes gobernar? Una pena que faltaran los chiringuitos, con lo que a ellos les molan. El exdirigente del PP vasco parece un tipo alejado de ataques furibundos, pero es complicado entrar en una pandilla de insultadores profesionales y decir que tú eres educado. Ser portavoz de personajes como Gamarra debe ser como salir de las brasas y caerse directamente en el fuego. ¡Es apoteósico cuando tiene que defender las chorradas de Díaz Ayuso! Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros. En Génova se disfrazan de moderación, reclutan a un cayetano cualquiera, político de twitter, pero luego se alían con los de Abascal. Le recuerdo al señor Feijóo que tiene disponible a un tal Bárcenas, condenado a 29 años, que ya está en semilibertad. Por si se anima a ficharle.

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