N Madrid son pijos hasta para la cabalgata. Teníamos a los reyes septuagenarios de toda la vida, luego llegaron los reyes roñosos de Manuela Carmena, más tarde se incorporaron las Reinas Magas y ahora aparecen sus majestades macizorras. Andrea Levy -les cuento; esa política pepera catalana a la que le han regalado un cargo en Madrid porque no tenía dónde caerse muerta- hizo un casting, y decidió erotizar a los monarcas de Oriente, eligiendo a un guaperas de Gaspar. "Este año he sido muy buena", dijo la delegada de Cultura, Turismo y Deporte, enamorada de la barba pelirroja del navarro Beltrán Iraburu. "El rey sexy no trae ni oro, ni incienso, ni mirra, trae un buen chorizo de Pamplona", le faltó decir. No sabemos si tenía el certificado covid, si era contacto estrecho de algún positivo, pero causó euforia en las redes. La Ley de Protección de Datos impide saber si los niños han sido buenos o malos, pero no impide conocer que el pivonaco es diplomado en Geografía e Historia y tiene una licenciatura en Musicología. Sugar Daddy se volvió viral y tendencia con el hashtag Gaspar. Pero nada comparado con el oso after de la cabalgata de Cádiz, la verdadera estrella del día. Un oso polar con tortícolis o esguince cervical, un faraón sacado del castillo del terror, y una menina siniestra que se hinchaba. En breve, las cabalgatas serán otro reality de Telecinco. Y cogerá Atresmedia y fichará a la Pedroche de paja real.

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