O perderé un minuto en escuchar las soeces melódicas de Pablo Hasél como tampoco lo haré en las cochinas letras regueatoneras que nos alejan del empoderamiento. Pero era Pedro Sánchez quien tuiteaba en 2018: "Que un rapero entre en prisión es muy mal síntoma sobre el estado de nuestra democracia". La maldita hemeroteca que vuelve a hacer estragos con el socialista, a quien el individuo ahora entre rejas acusa de "perpetuar la represión" como a Pablo Iglesias de "escoria y embaucador", por mucho que algunos se entreguen a la conspiranoia de que los morados alientan revueltas que, curiosamente, han servido para discutir la gesta indepe allí donde se suceden los disturbios y esconder bajo la alfombra la mudanza pepera. Ergo, ¿a quiénes benefician más? Sostiene el magistrado progresista Joaquim Bosch que había más libertad de expresión en los 80 cuando "Tip y Coll contaban chistes de Carrero Blanco en televisión" que ahora, con "titiriteros presos y sus marionetas requisidas". Porque como dice ByAnaMilán "somos más de condenar las injurias a la Corona que las injurias de la Corona". Un país donde militares aún armados pueden amenazar vía WhatsApp con "fusilar" a 26 millones de sus compatriotas; y un reducto de agentes emplearse con una virulencia tan desmedida como la de las decenas de vándalos sin carga ideológica e ignorados ante su desesperanza. Ni se debe caer en la impunidad ni contribuir a falsos mártires.

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