UE HBO haya suprimido de su escaparate fílmico Lo que el viento se llevó después de que la lucha antirracismo haya invadido el mundo tras la violenta muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco no puede ser considerado más que una operación de marketing de la plataforma de streaming. Pretender juzgar una película, considerada durante mucho tiempo como una de las joyas del séptimo arte, más de ochenta años después de su estreno por retratar un mundo ya entonces caduco es tan simple como negar la historia. Siguiendo esta misma lógica, la oferta del canal de televisión por suscripción debería borrar de su catálogo todas las películas bélicas, pues representan en su mayoría una apología de la violencia. O las que retratan a las estereotipadas familias estadounidenses, en las que las mujeres aparecen como simples objetos de adorno al servicio de sus eficientes maridos. También debería acabar con el mito de Tarzán, por su inquina hacia determinados animales, lo que hiere la sensibilidad del colectivo ecologista. Todo debe ser interpretado en su contexto. Y el arte en general expresa la vida, según el punto de vista del autor. Por suprimir una película no se acaba con el racismo. Ni siquiera ayuda a luchar contra él. Olvidar el pasado lleva a repetirlo. Y el cine es un buen transmisor de recuerdos.

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