ARivera le ha dado otro ventarrón que producen las corrientes electorales y ha decidido en su último pino-puente levantarle el cordón sanitario a Sánchez a ver si de una vez las urnas cantan la canción del presidente. Ha empezado ya el naranja con el cambio de armario a otoño después de aquel silencioso prêt à porter estival y estar media primavera huyendo de Sánchez como de un traje mal cortado. Este fin de semana nos deleitó con la última ciaboga a la que nos tiene acostumbrados porque a Rivera hay que acostumbrarse. Lo mismo que nos amodorrábamos con las galas de televisión y nos daba igual ver al pato Nicol que a Doña Rogelia, miramos a Rivera y sus disfraces con cierta ternura porque en él todo es una cuestión de muñecos que hablan por la misma boca sin mover un músculo. De esto iba el partido liberal, de la libertad de decir uno lo que le sale directamente del disfraz. En tanto, anda Casado haciéndole las listas al PP vasco para el Congreso, esas que traerían cambios según Alonso, y poniendo a los mismos excepto en Álava porque el candidato recolocado en el Senado vía Segovia, ha creado la “escuela Sotosalbos” y ahora Mari Mar Blanco irá como alavesa haciéndose un maroto pero al revés. Pelillos a la mar. “Dejémonos de caralladas y a ganar”, soltaba en Coruña Casado con el Feijoó de la grossen koalition mientras Abascal reinauguraba Vista Alegre con el marketing imperativo “Hazte español”. Ni por el forro.

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