EN el Everest están a punto de colocar unos dispositivos como los de la charcutería de Eroski para coger número. Porque ya solo falta pedir turno. Una foto con una especie de línea de conga en la montaña más alta del mundo ha dado la vuelta al planeta. “Colas en las rutas de ascenso al Everest”, decían los pies de foto de todos los periódicos. Con esta afluencia, al final acabarán haciendo una telecabina. Había embotellamientos de cientos de alpinistas inexpertos que pagan verdaderas millonadas por llegar a la cima. Lo siguiente podría ser montar una cordada a la Luna para turistas adinerados. Y unas preguntas: ¿Cuánta gente cabe en la cima del Everest? ¿Cómo llegan a pisarla los últimos de la fila? ¿Empujan a los que están delante? ¿Hay instalado un tobogán por el otro lado para poder bajar? Solo les falta montar un chiringuito en el pico para vender granizados. Muchos lugares del mundo se han transformado en parque temático y cientos de destinos están muriendo de éxito. Visitas, por ejemplo, la Fontana di Trevi y vives la experiencia única de sentirte en una colmena sin ser, por supuesto, la abeja reina. La masificación se está volviendo insoportable y terminarán implantando numerus clausus para poder acceder. Puestos a pedir, a algunos domingueros se les puede ocurrir que la Diputación ponga unas escaleras mecánicas en San Juan de Gaztelugatxe. Rementeria, piénsatelo.

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