HOY es el día de poner freno al reality show. Todas las campañas tienen mucho de escenificación, pero esta terminada el viernes y que hoy se hará carne ha superado alguna línea roja. El espectáculo busca convertir el proceso democrático en poco más que el voto telefónico de un programa televisivo. Los candidatos que aspiran a gobernar en Madrid han practicado el fake por encima del argumento, la tramoya en lugar de las propuestas. El punto culminante fueron los debates televisados. En ellos, los candidatos manipularon los gráficos, buscaron efectos visuales, convirtieron sus atriles en bazares con estampitas para recordar al votante su mensaje de desprestigio del adversario. Estampitas, sí, como en el timo. Y, hoy, llegamos a materializar en las urnas el impacto de esa estrategia. Hoy acudirá a votar una ciudadanía inducida a la frivolidad. Que viene practicando la selección del ganador en función del personaje que da más juego. Llevamos años viendo que los personajes más sinceros del reality, los más dispuestos a convivir y a colaborar no ganan. Mola más el malote, o la malota; la mala educación disfrazada de naturalidad. Ese decir las cosas claras que no es sino insultar gratuitamente. Hay candidatos que han jugado con ese entrenamiento de la audiencia. Hoy es día para ponerle freno y dar voz a la democracia. La de los derechos y libertades; la de la diversidad y la convivencia en el respeto. Elijan entre votar y verlo por la tele. Y acierten.