LA ecuación trabajos en precario más la imposible conciliación laboral y familiar dan como resultado que el 90% de las mujeres vascas menores de 30 años y un 61% de las que tienen entre 30 y 34 años no tengan hijos. Si a eso le unimos la incomodidad que produce su crianza, el cóctel de baja natalidad está servido. El Instituto Nacional de Estadística ha publicado los datos de fecundidad y no son buenos. Pero tranquilos que enseguida llegan Casado, Rivera y Abascal y arreglan la tasa de reposición en un pis-pas. Y, si no fuera suficiente, la candidata del PP a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ya ha planteado considerar al concebido no nacido (nasciturus, en jerga jurídica) como un miembro más de la unidad familiar. Desde luego, estos patriotas son unos lumbreras. También ZP, con los cheques-bebé, creía que había descubierto la penicilina y no hubo nada que hacer. Con la cultura economicista instalada, resulta mucho más barato tener un perro. Además, la edad de la maternidad sigue retrasándose y entre los 35 y los 39 años el porcentaje de vascas sin hijos se eleva al 40%, trece puntos más que en el resto de España. Así que nos vemos obligados a traer de importación hasta el relevo generacional. Por eso, el Gobierno de Urkullu quiere aumentar la baja paternal a 18 semanas. Pero ¡ojo! No sé si, por mucho empeño que pongan, los 70.000 funcionarios vascos podrán repoblar el país ellos solitos.

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