Durante muchos años tras acabar la carrera tuve un sueño recurrente en el que me enfrentaba a un examen crucial para acabar los estudios sin estar lo suficientemente preparado, sin tener los apuntes de la asignatura en cuestión y sin haber asistido a las clases en todo el curso. Nunca viví esa situación durante mi época de estudiante, así que el sueño debe obedecer a algún mecanismo psicológico implantado en el mundo de los sueños que no consigo descifrar. El sueño, en fin, se convertía así en una auténtica pesadilla de la que me despertaba con un desasosiego de libro, del que no me recuperaba hasta que me palpaba a conciencia la memoria para comprobar que me encontraba académicamente entero, es decir, licenciado sin tacha. Al comentar este sueño, que como digo se repitió durante años hasta que un día se perdió en algún recoveco del cerebro donde dormirá el sueño de los justos (y aprobados), han sido varias las personas que me han dicho que a ellas les pasaba lo mismo (con ligeras variaciones). No he tenido oportunidad, ni la tendré con toda seguridad, de compartir esta experiencia pseudo académica con Pablo Casado, cuya trayectoria universitaria le ha tenido que dar muy malos sueños, entre másteres de chuchuflé y carrera de regaliz. Sin embargo, tengo el pálpito de que lo suyo aún está latente en alguna mente, además de la suya, y que algún día al despertar se palpará y verá que todo el mundo sabe que su pesadilla es real como la vida misma.