Y si estamos equivocados? ¿Y si el fenómeno Feijóo es flor de un día? ¿Y si el resto de la legislatura se hace larga para un PP sin otro discurso ni propuesta que el “yo me opongo”? ¿Y si el PSOE salva los muebles en las municipales y luego Sánchez remata la faena con un turno de presidencia europea a mayor gloria cesarista? ¿Y si es verdad que no hay razones objetivas para un repentino cambio de viento? ¿Y si en tardes como la del último pleno del Senado se evapora la sensación del cacareado cambio de ciclo? ¿Y si todo se reduce a una puntual estratagema de Tezanos para levantar la moral de su jefe-ídolo y su tropa? ¿Y si la coalición de izquierdas vuelve a sacar con honores los últimos Presupuestos de la legislatura?

En verdad, bastó que la mano que mece la cuna del CIS soltara la bomba para que las mesas de cinco tenedores tintinearan en la Corte. Vino a decir que ahora mismo, justo cuando la derecha, sus terminales mediáticas y tertulianos acarician la vuelta al poder, los socialistas se han puesto por delante en las encuestas. Tezanos precisó luego que solo son sensaciones, estados de ánimo, pero ahí deja el dato endemoniado: otra vez el PP mordiendo el polvo. Incluso, echa vinagre a la herida: se ha pinchado el globo Feijóo porque no da la talla con tantos datos revueltos y papeles enredados sobre el atril. Y como no le basta para zaherir al contrario añade que la figura europea de Sánchez cada vez es más alargada. Eso sí, en su valoración de coyuntura nadie encontrará una palabra malsonante sobre el presidente.

En cuestión de encuestas solo valen las urnas. El PSOE lo tiene muy claro. Por eso marcan distancias sobre la palmadita en la espalda del compañero Tezanos. No quieren pegarse otro tiro en el pie. En la sala de máquinas de Ferraz prefieren ser cautos: cuentan por derrotas las tres últimas elecciones autonómicas; detectan un declive de VOX en favor del PP; les preocupa infinito la indefinición del progresismo en torno a Yolanda Díaz y asumen enrabietados que los tropiezos no penalizan a Feijóo. A cambio, saben que siempre les quedará el arrojo combativo de su gallardo líder, camaleón político donde los haya y ungido por la suerte, especialmente de quienes la buscan. Por eso sigue habiendo partido. Y al PP se le puede hacer demasiado largo, sobre todo si sigue atrincherado en una oposición negacionista que casa mal cuando son tiempos de urgencias para arrimar el hombro. Incluso, con resbalones como el de estos días en la Unión Europea. La foto del líder popular con Von der Leyen se queda sin brillo cuando los periodistas le preguntan porqué Genova tildó de timo el tope ibérico si ahora es un anhelo compartido en la UE. Más drama: al día siguiente, Sánchez comparte, solvente y encantado, el acuerdo con Francia y Portugal para posibilitar una conexión de energía verde. Mejor no haber viajado.

Tiene razones el mandatario español para pavonearse por Bruselas. En Francia, las protestas sociales llaman a la puerta de Macron. En Italia, la democracia llora compungida ante las evocaciones fascistas. En Alemania nadie se hubiera imaginado semejantes angustias. A Sánchez, los medios le preguntan por la Ley Trans. En medio de la negociación de los Presupuestos más expansivos y de escudo social, en la búsqueda de medidas paliativas en favor de la creciente legión de familias vulnerables, la auténtica conmoción política, las nuevas grietas en la coalición y en la propia izquierda estriban en una cuestión de libertad de género. Para sí lo quisiera el Reino Unido.

Para la feliz digestión, solo quedaba en La Moncloa la ausencia de enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. Objetivo cumplido. Bing. Vía libre a negociar sin la presión del agua al cuello. Bien sabía Montero que era muy difícil repudiar una apuesta de hondo calado social. Siempre ha estado ahí el as de triunfo del Gobierno. También le quedaba el incómodo comodín de situar a sus amigos de la mayoría al lado de la derecha. Todo es más sencillo. Por encima de las justificadas advertencias sobre la inconsistencia de las Cuentas, en la barra del bar nadie escucha la reprimenda de la AIReF diciendo que son previsiones que llevan el bicho incorporado. Ni siquiera se presta atención en la calle a las advertencias europeas sobre el manejo de los fondos europeos. Dentro de las cocinas, la única preocupación es que acabe llegando de una vez las ayudas prometidas en la pandemia, que se pueda compensar el gasto de la caldera comunitaria y que acabe cuanto antes la guerra. Por eso Sánchez tira de chequera. l