CUANDO leí que Isabel Díaz Ayuso había acusado a PNV y EH Bildu de “euskaldunizar a la sociedad vasca”, pensé que ni una plusmarquista mundial del bocachanclismo podía ser autora de semejante frase. Así que, con estas manías que nos inculcaban antes a los plumillas de contrastar las informaciones, acudí raudo y veloz a documentarme. Una simple búsqueda en la red social X me sirvió para llegar a la declaración de marras a través de la cuenta oficial del PP de la Comunidad de Madrid. El único matiz era que el servicial community manager que ejercía de voz de su ama había escrito “euscaldunizar”, con c de casa, y que la diatriba continuaba culpando a los perversos abertzales de haber borrado “toda huella de sus raíces, como hacen con su herencia occidental, sin reparo alguno”. Si la analizan, la mendruguez es de talla XXL, porque nos viene a decir la doña que las raíces de la sociedad vasca no son vascas.

La gachupinada en cuestión, que, en realidad, solo fue una de muchas, la soltó el lunes en un desayuno informativo en la villa y corte en el que actuaba como madrina del candidato del PP a lehendakari, Javier de Andrés, al que presentó como el “único político que cree en la unidad de España, en la transición democrática y en la Unión Europea”. Se lo juro. Dijo “el único político”. Ni siquiera precisó “el único candidato a lehendakari”, y eso que lo tenía escrito, lo que nos habla del nulo cuidado con que le redactan sus discursos pero, sobre todo, de la higa que le importa a la individua lo que salga de su boca. Como era de manual, el lisonjeado De Andrés no dijo ni mu sobre los despropósitos de su introductora. Se limitó a devolverle los halagos con doble carga de melaza y a rellenar el tiempo que le habían concedido sin causar el menor interés. Nada de lo que dijera podía superar a su antecesora, que ejerció como candidata a lehendakari por poderes.