LAS he visto de muchos colores en treinta y pico años de oficio, pero nada como lo del pasado domingo ya de madrugada, cuando entre anuncio y anuncio de los Goya concedidos, las ediciones digitales de las principales cabeceras españolas soltaron simultáneamente la bomba informativa.

Atribuyéndoselo casi de modo idéntico a “fuentes de la dirección del PP al más alto nivel”, se desvelaba que Feijóo “estaría dispuesto a estudiar un indulto condicionado a Puigdemont”. Más incluso que tanta condición (en el modo verbal empleado y en la calificación del indulto) o el propio contenido de la sorprendente noticia, lo que me llamó la atención fue el modus operandi.

¿Cómo había llegado a todas las redacciones de postín la misma filtración y quién o quiénes diantres eran las fuentes genovesas al más alto nivel que se mentaban? Todavía seguimos sin tener respuesta. Parapetarse en la deontología profesional para dejarlo en el limbo me suena casi a broma.

Pifia irreversible

En cuanto al porqué de semejante pifia en materia de comunicación política en medio de la ajustada campaña electoral gallega, todo canta que es un primor a intento de voladura controlada.

La reacción de Junts, con sonrisa sibilina adosada dando a entender que se guardan la munición para cuando toque, apunta por ahí. En esos encuentros que ahora ya sabemos que no fueron contactos de bar como nos quisieron hacer creer se negociaron cuestiones de mucha enjundia. Ya nos han confesado que la amnistía estuvo encima de la mesa y que el entonces aspirante a ser investido presidente del Gobierno español se lo estuvo pensando durante 24 horas.

Casi daría lo mismo que no hubiera más que eso. El roto que se ha autoinfligido el PP es ya irreversible. Por más cable que se haya puesto a recoger en las últimas horas, por más cierre de filas que se pretenda mostrar, las puras leyes de la comunicación a golpe de titulares y declaraciones de trazo grueso van a impedir cualquier intento de matizar o explicar.

Para el PSOE y el Gobierno de Sánchez, el balón de oxígeno es sideral. Hasta Vox le está sacando petróleo a la torpeza. Mientras, Puigdemont se despiporra y el candidato Rueda tiembla.