No es la primera vez (y me temo que no será la última) que digo que con socios como Eneko Andueza, el PNV no necesita oposición. Las puyas venenosas del secretario general de los socialistas vascos en el pleno de política general del pasado jueves en materia de autogobierno no anduvieron a la zaga de las demasías de repertorio que soltaron Iturgaiz, la parlamentaria de Vox y el vivales de Ciudadanos que abreva en el Grupo Mixto. La diferencia es que, mientras lo que salga por la boca de los tres sujetos citados está largamente amortizado y es apenas una ventosidad teniendo en cuenta la minucia social que representan, Andueza es el líder de la formación que comparte gobierno con los jeltzales en la mayoría de las instituciones vascas importantes. Y, por demás, la cabeza visible en la CAV del partido que gobierna en funciones España y que, vaya por dónde, necesita los cinco votos nacionalistas para revalidar su mandato.

En semejante coyuntura, y cuando hasta el analista político más torpe sabe que la clave de bóveda de la investidura de Pedro Sánchez será la cuestión territorial, es de una osadía oceánica (además de una deslealtad de talla XXL que, en su caso, no sorprende) sacar los comodines de Lizarra, las ficciones, los señuelos, o la mendruguez de contraponer el autogobierno a “las cosas que importan”. Cómo explicar a quien no quiere aprenderlo que sin un autogobierno profundo, todas esas cosas que importan –“las de comer”, que suele decir su antecesora, Idoia Mendia– sufren un enorme menoscabo o, directamente, se quedan en nada. Y las consecuencias son para las ciudadanas y los ciudadanos.