Muy difunta y muy honoraria (recién nombrada) alcaldesa de Valencia: Tienen suerte sus tardíos aduladores de que usted no está en condiciones de volver entre los mortales para acordarse de la puñetera calavera de quienes, tan tarde y tan mal, le bailan el agua. El sarcasmo de la designación roza lo vomitivo. Cómo olvidar que fueron sus conmilitones peperos quienes la empujaron hacia el abismo. Tengo fresca la descomunal andanada de Alfonso Alonso en Onda Vasca contra su persona. “Rita Barberá debe tomar una decisión o lo tendrá que hacer el partido”, le dijo a este pobrecito hablador que hoy constata la rehabilitación de quien murió en una habitación de hotel tras haber ingerido dos güisquis y un pincho de tortilla.
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