Se sube al carro

– Cómo no. Después del éxito cosechado por Emiliano García Page en los medios de orden por revolverse contra Pedro Sánchez, el presidente de Aragón se ha subido al carro de atizadores de su superior en el organigrama. Como estaba radiotelegrafiado –incluso anunciado por el digital que dirige Pedro J. Ramírez–, el inconsistente Javier Lambán aprovechó ayer un sarao con la presencia del Borbón joven para mostrar su rechazo a las rebajas de los delitos de sedición y malversación acometidas por el Gobierno donde es mayoritario el partido en que milita. Necesitado de una nota de distinción respecto a su compadre de Castilla-La Mancha, dijo que, en todo caso, la reforma debería hacerse en sentido contrario, es decir, que la malversación tenga penas mayores si el destino del dinero defraudado en la celebración de un referéndum como el del 1-O. A la hora de teclear estas líneas, el aplauso ultramontano era tan unánime como el cosechado el día anterior por el mentado García Page, nuevo santo súbito de la diestra.

No rectificarán

– La cuestión es que ambos barones tienen un amplio historial de ruidosas declaraciones contra Ferraz y/o Moncloa que son matizadas o directamente autodesmentidas al día siguiente. El mismo Lambán batió el récord en este sentido, cuando afirmó un miércoles que mejor les hubiera ido a España y al PSOE con un líder diferente a Sánchez, para salir el jueves a pedir perdón por unas palabras que calificó como injustas e inoportunas. Las llamadas telefónicas de rigor hicieron efecto. Esta vez, sin embargo, no se espera rectificación por un motivo tan humano como sencillo: las respectivas elecciones autonómicas están cada vez más cerca y los aspirantes a Pepito Grillo saben que las encuestas les sitúan en la raya de perder la poltrona. Y en las mismas están otros caudillos territoriales como el extremeño Fernández Vara o el alcalde de Valladolid, Óscar Puente.

López, el tranquilizador

– Al interpelado Sánchez y su aparato no parece que, más allá de algún titular ruidoso, le hagan especial mella las muestras de disenso. Están tan amortizadas como las de los dinosaurios González y Guerra o las semiolvidadas glorias socialistas que han firmado el bilioso manifiesto de una autotitulada Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición. El único motivo real de preocupación podría estar en el grupo parlamentario, no fuera a ser que a alguna señoría le diera por votar en conciencia. Pero de eso se gasta poco entre sus señorías, como prueba que bastaran unas palabras de Patxi López para calmar los ánimos.