Paredes manchadas - Es la pandemia que no remite, la de los tontos con espray. En la imagen tienen su última hazaña, que a estas horas seguro que es la penúltima o, si me apuran, la antepenúltima. Con su buen gusto habitual, anteanoche pintarrajearon la fachada de la sede de la tenencia de alcaldía de Altza, en Donostia. Si tengo que apostar sobre la autoría, esta vez me decanto por simples gamberretes de aluvión más que por las aguerridas juventudes de lo que Juan Ignacio Pérez Iglesias llama la izquierda patriótica. Tanto da. Al final, el vicio es el mismo y también lo es la contumaz falta de reprobación por parte de sus mayores. Cómo olvidar la gran tesis de pata de banco del secretario general de Sortu: las pintadas se quitan con acetona. Luego, claro, cuando los que manchan las paredes son de otra obediencia, el rasgado de vestiduras es de talla XXL. Nuestras dos varas. Nuestras hipocresías.

Siete tiros - Ocurría esto, como les digo, en la misma Donostia donde en las últimas horas se recordaba el asesinato del director financiero de Diario Vasco, Santiago Oleaga. Dos decenios después, su viuda, Amaia Guridi, sigue sin comprender el ensañamiento de los ejecutores, que le dispararon siete veces. Siete, como lo leen. Para la que la moraleja sea más terrible, los que lo hicieron, Luis María Carrasco Aseginolaza e Ibon Etxezarreta Etxaniz, ya no son de los suyos. Ambos, con un amplísimo historial de sembrar dolor, son destacados disidentes de ETA.

Encuentros restaurativos - Y lo son hasta tal punto, que uno y otro se contaron entre los pioneros en los llamados encuentros restaurativos entre victimarios y víctimas, que hoy cumplen diez años redondos. Como escriben los protagonistas del primer encuentro, Iñaki García Arrizabalaga y Fernando de Luis Astarloa -víctima y victimario, respectivamente-, “socialmente hemos aprendido que la mejor deslegitimación de la violencia terrorista es la que realizan sus propios perpetradores”. La lástima es que la iniciativa quedó interrumpida, nadie sabe muy bien por qué.

MEMORIA SELECTIVA - Y como contrapunto, no me resisto a compartir con ustedes mi perplejidad ante el nacimiento en Nafarroa, más concretamente en el seno de UPN, de una asociación llamada Memoria y Concordia. La preside Iñaki Iriarte, y en su manifiesto fundacional se denuncia “el olvido de las víctimas del bando vencedor” de la guerra de 1936. Toda una declaración de intenciones.