Escoció la manifestación del pasado domingo en contra del desmantelamiento de la sanidad pública madrileña. A tal punto, que, cuatro días después, el nacionalayusismo mediático sigue despotricando contra los protestones y en defensa de su lideresa.

El cínico doble rasero con la Sanidad y Ayuso”, lleva por encabezado el editorial de La Razón. Su autor dice basarse en datos objetivos que demuestran que las comunidades gobernadas por la izquierda están mucho peor. La conclusión, pues, es que todo es propaganda para cargarse a la emperatriz de Sol: “La campaña de propaganda contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, entra de lleno, a tenor de las cifras disponibles, en el cinismo. Por supuesto, esta realidad, por más tozuda que se presente, se ningunea en la estrategia propagandística de la izquierda, que, una vez más, solo hay que recordar las «mareas blancas», creen haber encontrado en la Sanidad el flanco electoral propicio para desgastar a la presidenta madrileña. Aunque sea a costa de difundir una caricatura del sistema sanitario de Madrid, retratado como «tercermundista». Lo que, por cierto, nos lleva a plantearnos la pregunta, necesariamente retórica, de por qué la izquierda insiste en la misma táctica política que nunca le ha dado buenos resultados en las urnas”.

"Se debería pensar que en la Comunidad de Madrid tenemos un sistema sanitario propio del inframundo, poco menos que similar al que sufren los residentes en Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua"

Ignacio Ruiz-Jarabo (The Objective)

Agarrándose también a no se sabe muy bien qué datos, Ignacio Ruiz-Jarabo loa en The Objective la sanidad madrileña, y no puede evitar caer en la comparación de repertorio de los opinateros diestros: “Escuchando a los líderes de la izquierda española, a los de la madrileña y a los de sus sindicatos afines, se debería pensar que en la Comunidad de Madrid tenemos un sistema sanitario propio del inframundo, poco menos que similar al que sufren los residentes en Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua. (…) De ahí que la capacidad del Gobierno autonómico de Madrid de ofrecer una sanidad comparable -mejor en algunas facetas- a la ofrecida por los demás Gobiernos regionales haciéndolo a un coste per cápita menor, lejos de ser criticable es merecedora de un especial reconocimiento”.

Más de lo mismo en Libertad Digital, bajo la firma de Daniel Rodríguez Herrera. Ya quisieran otros, nos viene a decir: “La sanidad pública madrileña está entre las mejores de España. Ayuso tiene razón: fuera del sectarismo político no hay razones para convertir Madrid en un campo de batalla sanitario mientras se mira hacia otro lado ante los peores resultados de otras comunidades, desde Andalucía hasta Cataluña, gobernadas por partidos de distintos colores que claramente tienen peores resultados en casi cualquier medición de calidad”.

En el mismo chiringo digital —requetefinanciado, por cierto, por la aludida—, a Pedro de Tena se le inflama la carótida de línea en línea: “La han llamado de todo, hasta "asesina". Sí, a ella, no a Otegui ni a los suyos. Es más, le han disparado insultos como "terrorista sanitaria" y "nazi", malos deseos como "que te dé una infección urinaria permanente", aclaraciones retorcidas como "Ayuso, pepera, los ilustres están fuera" (los de fuera eran los que la escrachaban en la Complutense), chocheces infames tal como "Eres tonta, inferior". Hay más, lo de las tripas fuera ha sido ya el colmo, y muchos de ellos dignos de formar parte de una demostración detallada de que para la izquierda socialcomunista las mujeres son respetables mientras no sean de derechas. Entonces sí pueden ser carne de improperio, ultraje e injuria como lo es Isabel Diaz Ayuso, como lo fue Rita Barberá y lo fueron y lo son tantas otras”.

Sturgeon, entre Irene Montero y Oriol Junqueras

De Díaz Ayuso a Nicola Sturgeon, que acaba de anunciar su inminente renuncia como primera ministra de Escocia y como líder del SNP. Era imposible no aprovechar el viaje para hacer la lectura local. Así, La Razón titula “Sturgeon renuncia tras el fiasco del «procés» escocés”. Y en su homilía de la contra, el director, Francisco Marhuenda, se monta un cóctel de whisky escocés con crema catalana: “Es cierto que una parte importante de la población ha seguido reivindicando su identidad, sus raíces célticas y el uso de su propio idioma. Una relación tumultuosa y compleja, pero que ha sido fructífera para ambas naciones. Nada que ver con la realidad española, porque nunca ha existido esa Cataluña imaginaria que defienden los independentistas. Hay que continuar con las inversiones y la defensa del ordenamiento constitucional, algo que no hace el gobierno”.

El editorialista de El Mundo deja la parte secesionista en segundo plano, y esgrime otro elemnto de comparación: “La Ley Trans dio ayer la puntilla al Gobierno de Nicola Sturgeon y es un aviso a navegantes del peligro que entraña la que hoy se aprueba en España. La dimisión de la ministra principal de Escocia pone en evidencia, como ya ha ocurrido con el sí es sí en nuestro país, el riesgo político de anteponer los prejuicios ideológicos al interés general”.

En la página anterior del diario de Unedisa, Leyre Iglesias nos da el dos por uno. Cual Mary Shelley de lance, la opinatera se curra su propio Frankenstein a partir de Sturgeon: “Hay dos cuestiones que han antecedido a la dimisión de la ministra principal escocesa que, salvando las distancias, hermanan su fracaso con algunos debates centrales en la política española: su pretendido referéndum de independencia y su Ley Trans. Imaginemos por un momento una mezcla de laboratorio entre Oriol Junqueras e Irene Montero. Dos grandes desbarres identitarios entrelazados en una sola figura. La identidad es legítima: la nacional, la sexual, la que sea. El problema es cuando un proyecto político sitúa esa identidad por delante de todas las demás. Entonces la libertad de identidad del ciudadano queda arrollada y empiezan los problemas”. (Madre mía…)

Ley del solo guau es guau y zoofilia

"La zoofilia estará permitida, y hasta bien vista, si no hay maltrato"

Juan Carlos Girauta (ABC)

La gracieta no es mía. La acuñó el columnero Santiago González. Se refiere, como imaginarán, a la Ley de bienestar animal, que está inspirando calenturientas elucubraciones sobre sus disposiciones. Así, empieza a cundir la especie de que promueve la zoofilia. Aquí tienen lo que escribe hoy en AB Juan Carlos Girauta: “La integridad física de un animal vertebrado valdrá más que la del ser humano, de modo que las víctimas de lesiones omitirán su pertenencia a la subespecie desprotegida del homo sapiens sapiens y esgrimirán su condición de vertebrados en busca de tratamientos más ventajosos. La zoofilia estará permitida, y hasta bien vista, si no hay maltrato; lo ideal sería certificar el consentimiento, pero este punto plantea dificultades. Algunas ideas estarán prohibidas, y su expresión penada”.

"¿Dónde queda el derecho a la sexualidad plena del animal? ¿Puede una gallina llegar sola y borracha a su casa sin que nadie le tire los tejos?"

Mique Giménez (Vozpópuli)

Parece difícil superar ese desbarre, pero Miquel Giménez (Vozpópuli) lo intenta y si no lo consigue, se queda muy cerca: “Cuando a la vaca que ríe un humano le agarra las ubres para ordeñarla ¿cómo saber si la intención es lúbrica o no? ¿Cómo expresar en idioma vaqueril el consentimiento o como negarlo? ¿Serviría acordar un mú para el sí y dos para el no? Y uno se pregunta por qué no hay puntos morados en los gallineros, establos o dependencias en las que la zoofilia pueda practicarse. Si no hay daños al animalico, no pasa nada dice la nueva ley. Ah, pero ¿y si no goza, eh? ¿Dónde queda el derecho a la sexualidad plena del animal? ¿Puede una gallina llegar sola y borracha a su casa sin que nadie le tire los tejos?”.